Columna de Carlos Pita: Trump y el "patio trasero"

Carlos Pita por Carlos Pita

5 Noviembre de 2025
Foto: White House
Foto: White House El presidente Donald Trump, reunido con el Secretario de Estado Marco Rubio

Más allá del irrespetuoso término que se maneja con frecuencia, es importante repasar cómo se fue creando el concepto que encierra el mismo y cuál es la situación actual. 

A principios del siglo XIX, más precisamente en el año 1823, el presidente de EEUU James Monroe pronunció un discurso en el que definió el término "América para los americanos".  En dicha época el significado claro de la expresión definía lo que Monroe consideraba un hecho consolidado sobre la independencia del continente americano de las potencias coloniales europeas

Menos de un siglo después, en 1903, el presidente Theodore Roosvelt amplió el concepto y definió a América para el gobierno de los EEUU cuando éste lo considerara necesario. 

Se inaugura un siglo XX que define una clara vocación imperialista en el resto del continente , ejercida a través de la fuerza o de la amenaza de su uso , y un intervencionismo que ejerció en innumerables ocasiones y de muy diversas formas. 

Esto sucedió con intervenciones militares directas u operaciones políticas y de inteligencia junto al poder económico para deponer gobiernos e imponer cambios de régimen o dictaduras militares y regímenes de terrorismo de estado que desataron dramas y sufrimientos inenarrables en varios pueblos de nuestro continente latinoamericano. 

Como ejemplo basta recordar el "Plan Cóndor" que instauró las sangrientas dictaduras en el Cono Sur y de la que todavía no se ha logrado hacer justicia con la mayoría de los criminales, militares o civiles, que las instrumentaron y por lo cual los EEUU no ha sido responsabilizado y no ha pagado ninguna consecuencia, ni se le ha impuesto obligación alguna de resarcimiento. 

Un país que ni siquiera ha pedido disculpas como mínima obligación moral por su responsabilidad en la instauración de dichos regímenes y su sostenimiento. 

Este "intervencionismo" utilizado, invocando la creencia de excepcionalidad propia de los imperios, con conceptos supremacistas que lo llevaron a iniciar guerras y cometer crímenes de todo tipo, tuvo la característica de aplicarse durante todo el siglo pasado . Primero en plena Guerra Fría y luego en la etapa de hegemonía unipolar tras la desintegración de la ex Unión Soviética.

Iniciado el siglo XXI , tras los terribles atentados contra las Torres Gemelas en Nueva York , y ya con el fin de ciclo de su hegemonía iniciado, EEUU dejó de alguna forma de "prestarle atención" a Latinoamérica.

Se concentró en la "Lucha contra el Terrorismo" e inició guerras de agresión y ocupación con el pretexto de combatirlo, inventando razones casi siempre inexistentes, como el caso paradigmático del la guerra contra Irak invocando la necesidad de neutralizarlo por poseer "armas de destrucción masiva". Hecho que se comprobó y luego se confesó como una mentira esgrimida para justificar la brutal agresión de consecuencias catastróficas.

Este "descuido" del desagradable término de su patio trasero se produce durante varios lustros, coincidiendo con una etapa de un ciclo de extraordinario crecimiento de China.

El Gigante Asiático incorporó en las últimas décadas cientos de millones de personas a un consumo de lo que ellos mismos manifiestan un estilo de vida modestamente acomodado, ( lo que nosotros llamaríamos clase media ) y se transformó en el principal mercado del mundo. 

En paralelo desarrolló una política de cooperación y comercio abiertos que incluyó un formidable crecimiento de su comercio exterior y de sus inversiones y desarrollos científico tecnológicos que la ubican a primer nivel mundial. 

Hoy es el primer socio económico comercial y de inversiones con la mayoría de los países de nuestro continente y de la mayoría de los países del mundo.  

La administración Trump ,que lleva mucho menos de un año de ejercicio, regresó a América Latina empleando políticas muy variadas y contradictorias, combinando guerras comerciales , amenazas militares, agravios e insultos contra mandatarios latinoamericanos y formando alianzas con gobiernos incalificables como el de Bukele con fines incompatibles violatorios de derechos, e incluso amenazando con un despliegue insólito de fuerzas militares , movilizando casi el 10% de su poderío naval en el Caribe y definiendo narcotraficante al presidente de Venezuela.

Lleva asesinando a más de 60 personas, bombardeando pequeñas embarcaciones que Trump definió por sí y ante sí que transportaban drogas hacia su país. Estos crímenes deberán ser sometidos a juicio por la Corte Penal Internacional

En simultáneo, las amenazas hacia el gobierno de Venezuela, generan una tensión enorme y han provocado respuestas dadas por jerarcas rusos en nombre del Kremlin de respaldo al gobierno de Venezuela . Se supone que similares reacciones se han producido en China y en Irán. 

El gobierno venezolano cuenta con una capacidad de respuesta armada y un aparente respaldo de sus FFAA , además de cientos de miles de milicianos armados dispuestos a la resistencia. Muchos analistas han formulado una comparación en caso de invasión con la guerra de Vietnam. 

En su característica variabilidad , Trump ha introducido el tema de las masacres de civiles católicos en Nigeria como centro de su última aparición pública, desviando la atención hacia África. Esta aparente marcha atrás con Venezuela sucede al diálogo con Lula en Asia que distendió el conflicto de aranceles y por Bolsonaro con Brasil. 

A ellos se le agrega el respaldo a Milei en Argentina con importantes supuestos beneficios a cambio para EEUU. 

Todo apunta a que Trump ha regresado a América Latina. Su forma es difícil de calificar. Pero se encuentra con un continente que dejó de ser hace varios lustros el definido por la Doctrina Monroe o la Doctrina Theodore Roosvelt.  China y Rusia, junto a los BRICS , tienen una presencia relevante. El continente ha cambiado. No solo el orden mundial.  Aunque a Trump y a su gobierno les cueste entenderlo. 

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