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Somos Uruguay Revista consultó a Alexis y Federico Schol, de CampoClaro, una de las empresas pioneras en productos orgánicos en el país, con una trayectoria de varios años en el mercado
El emprendimiento surgió a fines de los 90, cuando comenzaron a trabajar con una cooperativa de mujeres rurales de la zona noreste de Canelones, que cultivaban hierbas aromáticas de forma orgánica, es decir, sin utilizar en el proceso productos agroquímicos, conservantes y colorantes, entre otros.
Según cuentan, había mucho entusiasmo en los inicios pero también dificultades, porque no se conocía el concepto de orgánico en la plaza local. Con los años eso se fue revirtiendo y hoy por hoy existen en los supermercados góndolas específicas para este tipo de productos.
¿Cómo fueron esos comienzos? ¿Cómo fue el proceso de aceptación de los productos por parte del consumidor?
ALEXIS: Los inicios fueron complicados porque había mucho desconocimiento del tema orgánico. El producto iba a las góndolas, y a veces volvía por falta de rotación, y porque además tenía un precio diferenciado con respecto al producto convencional. No se podía competir con un orégano convencional que venía de Turquía o de Chile, frente a un producto orgánico, secado al sol de forma natural en Uruguay.
Pero así comenzamos, con unas 30 hierbas aromáticas orgánicas. Teníamos más productos, pero cuando vino la crisis del 2002 hicimos un replanteo y achicamos el mix de producción para hacerla más eficiente, y eso mejoró mucho las condiciones económicas para la cooperativa y para nosotros; por los costos logísticos y las pérdidas que teníamos por productos que no podíamos vender, por falta de concepto en el consumidor. Afortunadamente eso fue variando y cambiando. Y nosotros fuimos en ese sentido difundiendo lo que hacíamos a la opinión pública, a través de entrevistas de parte de medios interesados en nuestro proyecto y en el de las mujeres rurales, y eso ayudó.
FEDERICO: Inicialmente fue una tarea bastante ardua el poder dar a conocer el concepto de “orgánico”, ya que en el año 2000 muy poca gente estaba informada acerca de las virtudes, o de las condiciones que cumplía un producto al ser orgánico. Eso pasaba tanto a nivel de los consumidores como de los dueños de las tiendas o supermercados que ofrecían los productos. Pero con el tiempo, con el boca a boca, con información y la tendencia que había en la búsqueda de productos naturales se fue poco a poco dando a conocer el concepto de orgánico, y por ende también el aumento de la demanda.
¿Cómo fue el proceso de diversificar esa producción?
ALEXIS: Eso fue a partir del año 2004, 2005, cuando el Uruguay comenzó a tener algún grado de recuperación después de la crisis. Primero empezamos a producir más productos nacionales en clave orgánica, como es el caso de la miel, o de las salsas de tomate (los productores de tomate eran los esposos de las mujeres que tenían los predios certificados).
En esto tuvimos un gran apoyo por parte de la Red de Agroecología, que es la que certifica la producción nacional. Allí tengo que nombrar al ingeniero Alberto Gómez, que fue siempre un pionero y un gran apoyo para productores y comercializadores-facilitadores del negocio, como nosotros.
FEDERICO: La información sobre productos orgánicos y su oferta ha tenido un proceso que ha sido gradual, pero ha venido evolucionando. Estos productos con valor agregado son buscados ahora por cualquier persona que quiere mejorar su salud alimentaria. Desde hace cuatro años ha habido una tendencia muy fuerte de demanda y de apertura de varios puntos de venta en grandes superficies, como por ejemplo góndolas destinadas a productos saludables. Antes eso no existía.
Además, el deterioro del ecosistema en todo el planeta, por toda la información que llega en cuanto a productos transgénicos que han sido alterados por hormonas, ha llevado a la búsqueda de productos alternativos que condicen con la sustentabilidad del medioambiente y con la mejora de la salud alimenticia. Esto a base de la cualidad de los productos en sí mismos por sus beneficios naturales, y también por un tema de conciencia colectiva que tiene que ver con el consumo y el cuidado del medioambiente.
Pero además hay gente que está dispuesta a pagar esa diferencia en el precio, que hoy por hoy lo hace de manera consciente.
ALEXIS: El producto orgánico está eximido de todo tipo de ingredientes que le mejoran la productividad, por lo que su rendimiento por hectárea es más bajo que un producto convencional, pero tiene la ventaja de que es más saludable. Nosotros tenemos un eslogan que dice: “Usted cuando consume productos orgánicos está ayudando a generar una cadena sostenible, sustentable y amigable con el medioambiente”.
A esto se suma que en los últimos años ha habido una sensibilización de las nuevas generaciones con el tema medioambiental. Basta fijarse lo que pasó hace unos meses con el tema de la quema sobre el Amazonas y el humo sobre Montevideo. Eso es un fenómeno que no se podía imaginar diez años atrás. Y las cianobacterias en las playas por el calentamiento de las aguas, o la producción de plásticos. Todos esos temas que sensibilizaron al consumidor van en beneficio de los productos de las características que nosotros intentamos distribuir en el mercado uruguayo.
Ustedes también importan algunos productos desde la región. ¿Cómo impacta esto al país?
ALEXIS: Acá tenemos un concepto de Uruguay Natural, un sello del país, pero es muy incipiente. Las cadenas de producción todavía son muy débiles, más allá de los esfuerzos sectoriales que se hacen por parte de algunos organismos del Estado y de las intendencias en fomentar la producción orgánica. Y también hay algunos temas que son climatológicos: Uruguay no produce azúcar, café o yerba orgánica porque no está dentro de la latitud para poder hacerlo. La región sí lo hace, y exporta al mundo, y nosotros hemos tratado de trabajar con cooperativas cuando lo hacemos con gente de afuera. Uruguay incluso no produce arroz orgánico aún, aunque hay productores que están haciendo el intento para lograr la certificación.
También hay otros desafíos que tiene CampoClaro como empresa, que pasan por tener un negocio inclusivo, sustentable. ¿Cómo son estos compromisos?
ALEXIS: En realidad nosotros no somos grandes “marketineros”, nunca pensamos en sacar bandera con este tema, pero desde el inicio nos hemos caracterizado por trabajar en generar una cadena de valor sustentable, en la que incorporamos el concepto de comercio inclusivo, y lo llevamos a la práctica. No lo discurseamos, sino que lo aplicamos. De hecho, el productor, cuando produce, sabe que se le va a pagar un precio justo. El generar vínculos sanos y duraderos, de confianza mutua, le ha dado una fortaleza estructural al negocio.
¿Es posible aumentar la producción de orgánicos en Uruguay? ¿Cuáles son las trabas, las dificultades?
ALEXIS: Hay un tema de gobernanza, hay un tema de diseño país. Hacen falta políticas de Estado. Los elencos gobernantes no han logrado poner el foco para generar políticas de incentivo a la producción orgánica. Los productores orgánicos, por lo general, son pequeños, minifundistas, que necesitan de apoyo económico, tecnológico, de algunos incentivos que deberían ser diseñados desde la academia, desde las estructuras de los organismos vinculados al área de la producción, como el Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca, o la Dirección Nacional de Medio Ambiente.
Uruguay en realidad se ha caracterizado por aumentar el conjunto de eventos transgénicos. Desde hace años viene permitiendo y dando más licencias para nuevos eventos transgénicos en distintos granos, y eso va a contramano de lo nuestro. Debería de haber también protecciones para el mundo de los productores orgánicos. Fijate que en Uruguay, por ejemplo, producir maíz no transgénico es un drama. Nosotros lo hicimos, logramos tener un predio que fuera no transgénico, y a los 1.500 metros otro predio fue polinizado por el maíz transgénico; y cuando hicimos el análisis, no lo pudimos comercializar como orgánico. Eso fue en Canelones. Capaz que lo puedo lograr en algún otro punto del país más lejano, pero el traslado ya me insume más costos.
Uruguay tiene potencialidad para aumentar la producción orgánica; lo que sucede es que hay que generar cadenas sustentables, de confiabilidad y en las que tiene que haber un desarrollo interinstitucional que pueda unificar y generar incentivos. En la economía, dos más dos son cuatro. O sea que ningún productor se va a negar a trabajar con orgánicos si sabe que sus productos pueden ser vendidos. El tema es que, por un lado, estamos en un desarrollo incipiente y, por otro, el Estado no ha logrado todavía hacer pie en la construcción de una certificación internacional que permita poder tener excedentes exportables. Eso va por cuenta de los privados que tratamos de hacerlo.
FEDERICO: Yo creo que el proyecto en sí mismo ha sido bastante complicado, en cuanto a que se necesita gente informada sobre el mundo orgánico y las reglas que lo rigen.
Yo lo que sí veo es que debería haber un apoyo a nivel del Estado, y no tanto de los privados, para poder lograr eso. Uruguay tiene muy buenas condiciones para poder desarrollar y hacer una oferta exportable de orgánicos con valor agregado.
¿Hoy por hoy Uruguay está exportando productos orgánicos?
FEDERICO: Que yo sepa, solo se ha exportado carne orgánica. En algún momento también se ha exportado miel orgánica a granel, por lo que el valor agregado queda en el destino. A nivel de producto fraccionado, no hay. El negocio de los europeos o los estadounidenses es importar a granel, fraccionar ellos y así quedarse con el valor agregado. Acá debería suceder a la inversa.
Nosotros estamos trabajando en un proyecto a futuro para poder lograr eso, pero es un tema que aún es incipiente. Es complejo, ya que implica armar un clúster de productores orgánicos, entre otros puntos. Pero a nivel macro creo que debería ser parte de una política de Estado y no solamente de un impulso de empresas privadas.
¿Ustedes, como empresa líder en el sector, se sienten referentes para asesorar a otros emprendimientos similares, para poder fortalecer esta cadena productiva?
ALEXIS: Por supuesto que estamos dispuestos a abrir las puertas y brindar cualquier tipo de información para quienes estén en esta misma dirección desde el punto de vista de producción orgánica. Lo que sucede es que nosotros no somos técnicos, sino facilitadores en este tipo de emprendimientos. Igualmente siempre tenemos una actitud colaborativa y estamos a las órdenes para dar consejos, para ayudar. No nos sentimos prontos como para generar una asesoría, sería muy pretensioso de nuestra parte. Pero por supuesto que pensamos que se deberían generar asesorías para la producción orgánica en Uruguay, que faciliten la incorporación de circuitos de productores por región, para poder generar clústers y llenar los volúmenes de exportación.
Hoy tenemos el problema de la escala y el de costos de producción, que no es menor en Uruguay (los impuestos, el valor del flete, el costo de la energía, etcétera).
Se necesita un mayor apalancamiento de parte del Estado hacia la producción orgánica, como pasa en otros países. Yo no pienso que el Estado tenga que ser el padre de todos los emprendimientos ni mucho menos, al revés. En ese sentido, mi posición personal es que el Estado tiene que tener un apoyo crítico y medido, pero un apoyo al fin. Por ejemplo, los insumos para la producción orgánica no deberían tener impuestos. Desde el punto de vista de las políticas de Estado, deberían existir políticas focalizadas para el incentivo de la producción orgánica, como en otros países.