Inflación baja, eje de la actividad del BCU

El presidente del Banco Central del Uruguay (BCU), Diego Labat, abrió el ciclo Línea de Encuentro 2024 organizado por Somos Uruguay con una disertación titulada “La inflación baja como pilar del crecimiento”, que se realizó el 2 de abril por la noche en el Hotel Cottage.

Durante su intervención, Labat trató varios temas que hacen a las políticas para el control de la inflación y sus expectativas, pero también se refirió a otros temas como el tipo de cambio, los costos de la intervención del Estado en el mercado cambiario, la evolución de la tasa monetaria y otros aspectos que impactan en el valorización del peso uruguayo, entre los que mencionó la calificación de la deuda pública.

Labat comenzó señalando que cuando el actual gobierno asumió, el directorio del BCU se puso como objetivo principal la baja de la inflación, pero precisó que el organismo realiza otras contribuciones importantes al país “como la estabilidad financiera, tener un sistema financiero sólido, bien líquido y solvente, contribuir a que haya un mejor sistema de pagos, y que eso contribuye a tener una economía más eficiente, con menores costos”.

El presidente del BCU dijo que “la mejor contribución que puede hacer el BCU a la sociedad es tener una inflación baja”, y agregó que una inflación alta genera problemas redistributivos. “¿Por qué esta idea de la inflación baja como pilar del crecimiento? Claramente una inflación baja implica evitar muchos efectos redistributivos, que son los que la sociedad tiene cuando tenemos inflación alta y empiezan a generar problemas redistributivos que todos sabemos cómo van y cómo siguen y cómo terminan”.

El BCU tiene una historia de larga evidencia, con muchos estudios que muestran cómo la inflación alta termina perjudicando el funcionamiento micro de la economía, “cómo hace que los empresarios terminen tomando decisiones que son correctas, porque se adaptan a la situación en que están, pero que no son óptimas. Y eso hace y es parte de las causales por las cuales el crecimiento es un poco más lento”, añadió.

Por eso, dijo, “lo primero que hicimos en 2020 fue adoptar la definición de que el BCU tenía como objetivo central y único bajar la inflación”, y destacó el rol del fortalecimiento de la moneda nacional en ese objetivo. Además, dijo que uno de los hitos para marcar el rumbo hacia la baja de la inflación fue cambiar el rango meta de entre 3 % y 7 % a entre 3 % y 6 %, algo que se concretó en agosto de 2020. “En ese momento parecía una quimera, parecía una cosa rara, pero la idea era ir marcando esa idea de que el objetivo era la inflación”, comentó.

Cinco pilares

El presidente del BCU dijo que los cinco pilares de la gestión fueron la baja de la inflación, el uso de la tasa de interés como instrumento para lograrlo, la mejora en la comunicación y transparencia de los indicadores, la desdolarización y la libre flotación.

Labat destacó el rol de la transparencia y la mejora en la comunicación del BCU para tener “una comunicación dirigida a todos los sectores de la sociedad”. “Desde hace tres años, en cada informe de política monetaria incorporamos un anexo con nueva información, mostrando los modelos que el BCU usa con total transparencia, porque lo que queremos es que los agentes económicos entiendan cómo razonamos y hacia dónde queremos ir”.

Eso es clave en la comunicación. Pero eso, que hacemos con agentes más especializados –porque el informe de política monetaria no lo lee todo el mundo–, también hemos tratado de hacerlo con una versión didáctica del informe de política monetaria, con una newsletter que mandamos todos los meses con los datos de inflación, con reuniones con todas las cámaras empresariales, con el Instituto Cuesta Duarte, con distintos grupos de interés”.

“Tenemos una encuesta de expectativas que hoy contestan 24 analistas, y periódicamente nos reunimos con cada uno de esos 24, conversamos, intercambiamos opiniones, damos nuestra visión y eso es parte de la comunicación y es importante”, agregó.


Mejoras en la desdolarización

En cuanto al proceso de desdolarización, Labat dijo que, de los cinco pilares, es el que ha ido más lento, pero atribuyó esa lentitud a la necesidad de tener una inflación baja por mucho tiempo.

“Hemos tenido mejoras en algunos indicadores de desdolarización, los depósitos algo menos dolarizados están, los créditos algo menos dolarizados están, las transacciones se han ido mejorando, pero todavía falta mucho. Creemos que para dar pasos más fuertes hacia una mayor desdolarización de la economía necesitamos tener una inflación baja por mucho tiempo”.

“Mientras eso no suceda, todavía es difícil avanzar en ese proceso, pero claramente es un proceso que el país tiene que recorrer”, afirmó.

Manejo de la tasa de interés

En cuanto al manejo de la tasa de interés, Labat comentó que es algo que Chile y Brasil vienen haciendo desde hace décadas, y que en el caso uruguayo es un nuevo régimen que se está manejando con “mucho cuidado”, principalmente en lo que refiere a revertir el proceso de incremento de la tasa –como se viene haciendo desde hace un año– ante señales de retroceso de la inflación.

Labat señaló que el BCU, a partir del uso de la tasa de interés –que luego de la pandemia fue subiendo paulatinamente de 4,5 % a 11,5 %–, logró la menor inflación en los últimos 18 años, y desde hace diez meses, contando la inflación de marzo, el indicador se encuentra dentro del rango meta fijado.

“Uruguay durante la pandemia tenía tasas de interés muy bajas; cuando entendimos que la pandemia había pasado, y los tiempos se estaban normalizando, empezamos a subir la tasa de interés. ¿Qué es lo que hacemos con eso? Ponemos condiciones monetarias más duras a la economía. ¿Para qué? Para evitar la presión sobre los precios y justamente empezar a controlar la inflación”, explicó.

El presidente se detuvo en el proceso de reducción de la tasa: “En Uruguay este es un régimen que todavía está en construcción, entonces tenemos que ser cuidadosos, y nosotros hemos sido cuidadosos, yo diría que hemos tomado los riesgos necesarios con prudencia, quizás algún manual de texto nos hubiera dicho que fuésemos más duros”.

“Creo que hemos tenido la suficiente flexibilidad para tomar esos riesgos, y en la medida en que se pudo empezamos a bajar, pero siempre dejando claro que el compromiso es que la inflación va a estar en el centro del rango y esto quiere decir que puede suceder que recibamos alguna presión y tengamos que volver a subir un poco”.

“Estamos donde queríamos”

“No solo la inflación está en niveles muy bajos –cerramos 2023 con la inflación más baja de los últimos 18 años–, sino que ese es el comportamiento en prácticamente todos los rubros. Con la inflación en el centro del rango, que es el objetivo que nos planteamos hace cuatro años, estamos donde queríamos estar”, señaló, y expresó que “lo más importante es mostrar que sí se puede”, destacando la importancia de los efectos de las expectativas de inflación sobre el indicador.

“Hoy tenemos la inflación en 4,71 %, pero las expectativas de lo que esperan los agentes especializados está en 6 %, en el techo del rango. ¿Qué quiere decir esto? Que todavía tenemos mucho trabajo por hacer. Tenemos que seguir convenciendo a los agentes de que la inflación va a estar en el centro de rango y que tienen que esperar eso”, agregó.


Sobre ese punto, el presidente del BCU dijo que, según lo que determinan las encuestas de expectativas de inflación, los agentes “están empezando a creer”. “Las expectativas no están todavía donde queremos, pero claramente están más abajo de lo que han estado los últimos diez años. Claramente algo nos están creyendo, no todo lo que queremos, pero nos están creyendo”, señaló, y agregó que es un proceso lento que los agentes económicos confíen en que la inflación, históricamente en torno al 8 %, se mantenga baja.

En ese sentido, señaló que es importante transmitir que si la inflación avanza más allá del 4,5 %, tanto a la baja como al alza, el BCU va a intervenir, en busca de que cuando las empresas tomen decisiones, como fijar salarios o fijar precios, lo hagan pensando en ese nivel de inflación.

“El BCU lo que va a hacer es señalar cuál es su objetivo de inflación, y ahí nosotros decimos: queremos que la inflación esté en 4,5 %, con un rango de tolerancia que va entre 3 y 6. Eso es a lo que nos comprometemos. ¿Qué quiere decir eso? ¿Que aseguramos que va a estar siempre en 4,5 %? No. ¿Qué es lo que aseguramos nosotros? Que si la inflación se desvía de 4,5 % nosotros vamos a actuar y está nuestro compromiso firme de actuar, que es lo que hemos hecho en todos estos años. Si la inflación se va más arriba del 4,5 %, ¿nosotros qué hacemos? Usamos el instrumento que tenemos, que es la tasa de interés, y la subimos. Apretamos las condiciones monetarias y hacemos que la inflación vuelva a tender al rango. Si la inflación está mucho más abajo, hacemos exactamente lo contrario. Ese es nuestro compromiso”, agregó.

Labat fue enfático al señalar que la inflación “no es una variable aleatoria”. “Seguimos viendo algunos comentarios que a veces dicen ‘la inflación va a subir porque va a subir el petróleo, o la inflación va a bajar porque las frutas han subido demasiado y ahora van a empezar a bajar’, o que ‘como Argentina ahora se está encareciendo la inflación va a subir’. ¿Qué es lo que falta en ese análisis? Falta entender que si pasa cualquiera de esas cosas y presiona hacia arriba o presiona hacia abajo, el BCU va a actuar y la va a llevar a 4,5 %. Entonces pueden pasar muchas cosas, algunas a favor, otras en contra, pero hay que entender que el BCU actúa; queremos que los agentes económicos tengan claro que la inflación va a estar en 4,5 % y que el rango de tolerancia es entre 3 % y 6 %”, apuntó.

El presidente del BCU dijo que la proyección de inflación para el cierre de 2024 es de 4,9 %, pero aclaró que no se trata de un compromiso sino de una estimación, en función de cómo vienen evolucionando los datos con los que cuenta el organismo. A su vez, planteó que existe “un espacio” para continuar con la baja de la tasa de interés, siempre dependiendo de la inflación.

No hay atraso cambiario

Labat también se refirió al tipo de cambio y negó enfáticamente la existencia de atraso cambiario, señalando que la última vez que el BCU intervino en el mercado de cambios fue en agosto de 2021.

“Difícilmente van a ver en el mundo, o al menos en el mundo serio, bancos centrales hablando del tipo de cambio; no lo van a ver, pero yo prefiero hablar”, comentó. “Uno de los problemas y una de las dificultades que ha tenido Uruguay durante muchos años en bajar la inflación es la falta de credibilidad, porque pasamos de una historia muy larga de inflación a tener durante veinte años una inflación del 8 %. Cuando yo tengo esa historia es difícil que me crean que la voy a romper, entonces ser absolutamente ortodoxos en la libre flotación me ayuda a construir esa credibilidad, a que les quede claro a todos los agentes económicos que nosotros tenemos un objetivo central que es la inflación y no dos, tres, cuatro, cinco objetivos”, explicó.

Labat dijo que al haber libre flotación el dato más certero de cuánto vale el dólar es el que se publica todas las tardes en el BCU y “no hay otro”, y señaló que la discusión de cuánto vale el dólar “tiene décadas y décadas y es parte de las cosas que con los años vamos a tener que lograr superar”.

“Cuando uno tiene un régimen de política cambiaria distinto, ahí sí puede empezar a especular que cuando se fijó administrativamente un tipo de cambio ese tipo de cambio no responde a lo que el mercado diría, pero cuando hay libre flotación, y nosotros de lo que nos hemos preocupado es justamente de completar el mercado y que todos operen en el mercado, esa es la mejor referencia que podemos tener”, agregó.

“En Uruguay el tipo de cambio flota, el BCU no interviene en el mercado de cambios desde hace casi tres años, y lo que vale el tipo de cambio hoy es 38,20. Eso no quiere decir que ese sea un tipo de cambio que genere una gran competitividad para otros lugares, pero son cosas distintas”, advirtió.

Labat hizo un repaso de los diferentes sistemas de control administrativo del tipo de cambio desde principios del siglo XX y señaló que esa historia hace que pensemos en cuánto vale el dólar y cuánto debería valer, pero llamó a ser “muy cuidadosos” a la hora de hablar de atraso cambiario, cuando lo que existe es libre flotación.

No politizar el tipo de cambio

Labat llamó a “no politizar el tipo de cambio” y señaló que el hecho de que no haya una fijación administrativa del tipo de cambio no quiere decir que el resultado sea el más favorable para todos los sectores del país.

Además, se refirió a los costos de intervenir en el mercado de cambios, dado que implica, luego de comprar dólares, retirarlos con letras de cambio, que generan intereses, cuyos costos en los últimos 18 años se estiman en 1.000 millones de dólares.

“Cada vez que el BCU interviene y compra dólares, larga pesos a la calle y esos pesos los tiene que retirar emitiendo letras que tienen un costo. En los últimos 18 años se compraron 7.000 millones de dólares; esto tiene su contrapartida en un stock muy grande de letras al cual le pagamos intereses todos los días”, explicó.

El presidente del BCU dijo que existen muchos otros factores que llevan el valor del dólar a la baja y mencionó como ejemplo el incremento de la calificación de la deuda como un factor que valoriza el peso, y además señaló que el BCU ha promovido la intervención de otros jugadores en el mercado, como las empresas públicas.

“Nosotros tenemos libre flotación, y cuando hay libre flotación empiezan a jugar un montón de factores; el peso uruguayo, en los últimos tres años casi, claramente se ha apreciado, y cuando uno empieza a ver los indicadores, ve que hay un montón que terminan justificando los movimientos del tipo de cambio”.

Para mostrar algunos, Labat indicó que hace 15 días a Uruguay la calificadora Moody’s le subió la nota de la deuda uruguaya a triple B+; “eso claramente tiene un efecto sobre el tipo de cambio, sobre la fortaleza del peso, sobre la credibilidad de Uruguay, porque atrás de esa suba de calificación aparecen inversiones”, explicó.

También mencionó la caída del riesgo país, que es uno de los más bajos de la región, y el éxito de los bonos indexados a objetivos ambientales como otros ejemplos que redundan en el fortalecimiento del peso uruguayo.

“Uruguay en materia de sustentabilidad ha hecho muy bien las cosas, y eso también ayuda a que vengan inversiones con el hidrógeno verde, con el bono verde que emitió el Ministerio de Economía, todas esas cosas van presionando el tipo de cambio”, agregó.

Labat enfatizó que este régimen cambiario “es el mejor que puede tener un país pequeño y abierto como Uruguay”, y subrayó los aportes que puede realizar el BCU dentro del régimen de libre flotación, como la incorporación a las operaciones de los organismos públicos o la mejora en la publicación de los datos.

“Obligamos a la bolsa electrónica de valores y a los bancos a publicar el tipo de cambio interbancario en línea. Hace unos años el tipo de cambio se conocía a las 4 de la tarde, cuando se hacía el cierre. Ahora uno ve con un retraso de diez minutos cuánto está operando el dólar. Todas esas acciones a lo que apuntan es a la transparencia y a que haya un mercado que opere cada vez mejor”, señaló.

Labat habló también sobre la influencia de la inflación en dólares y señaló que se debe comparar con la inflación en dólares en Estados Unidos. “Cuando pasan treinta y pico de años, como pasó en Estados Unidos con una inflación muy baja, la inflación en Estados Unidos no nos importa, pero no nos tenemos que olvidar de que en los últimos cuatro años la inflación en Estados Unidos fue de más del 20 %”, comentó, y mencionó que Uruguay en los últimos cuatro años no tuvo una inflación en dólares muy distinta a la que hubo en el resto del mundo.

Labat puso como ejemplo la comparación con Nueva Zelanda, cuya mayor intervención anual fue de 300 millones de dólares, cuando es una economía cuatro veces mayor a la nuestra, mientras que la uruguaya alcanzó los 4.000 millones de dólares en un año.

“Nueva Zelanda hace ocho o diez años que no interviene o interviene con poquita cosa, pero si miramos las intervenciones, estas no resolvieron la inflación en dólares. La inflación en dólares sucedió con intervenciones o sin intervención”, agregó.

Labat dijo que la no intervención y la libre flotación hacen que las empresas dejen de tener certeza sobre el tipo de cambio, lo que las obliga a cubrirse, y señaló que en países que acumulan décadas de libre flotación es habitual que las empresas tengan mecanismos para cubrirse.

“Cuando uno tiene una cultura tan larga de intervención en el mercado de cambios, es difícil romperla”, señaló, pero advirtió un cambio en las empresas en su operación en dólares.

Abrir más la economía

Labat señaló también que a veces se tiende a confundir la inflación con el “ser un país caro” y planteó que Uruguay es un país caro –según estudios realizados a pedido del BCU– porque aún “no es lo suficientemente abierto” y “tiene que seguir trabajando en la austeridad de sus cuentas públicas”.

El presidente del BCU dijo que es necesario trabajar en todos los aspectos que permitan mejorar la competitividad y particularmente ir a las soluciones de fondo. “Los atajos no sirven”, señaló, y mencionó la eficiencia del sistema de pagos como una de las contribuciones del BCU a mejorar la competitividad del país.

Para cerrar, Labat hizo hincapié en la necesidad de hacer de la política monetaria y el objetivo de una inflación baja una política de Estado. “Antes todos en general en el país decíamos que los demás países sí pueden bajar la inflación y Uruguay no, puede porque Uruguay es diferente, y en realidad los uruguayos somos iguales a todos y podemos bajar la inflación”.

“Uruguay puede bajar la inflación y esperemos que el próximo directorio del BCU pueda dar incluso un paso más, porque 4,7 % sigue siendo alto a nivel internacional, pero tienen que terminar siendo políticas que se mantengan y que se sostengan, y por eso es importante que no se termine politizando”.

El plebiscito contra la usura

Al responder las preguntas del público presente, Labat fue consultado sobre las modificaciones a la ley de usura y la eventual consulta ciudadana al respecto. El presidente del BCU dijo que existe un problema al respecto, principalmente en algunos sectores de la población, pero advirtió que es importante considerar los efectos de las soluciones que se buscan.

“¿Uruguay tiene un problema con esto? Sí, Uruguay tiene un problema con el endeudamiento de personas físicas. Dicho esto, hay que ser cuidadosos, porque a veces un mal diagnóstico nos lleva a tomar malas medidas, que en vez de mejorar la situación la empeoran. Que yo tenga un problema no quiere decir que cualquier solución sea buena”, opinó.

Labat marcó que el país en los últimos 20 años ha avanzado en la formalización del mercado de créditos y en su medición, y agregó que desde el BCU se realizaron cambios en la normativa que favorecieron ese camino y permitieron abarcar muchas empresas que no estaban reguladas por la Superintendencia de Servicios Financieros.

“Estamos regulando, hemos cambiado la normativa para que, por ejemplo, cuando las deudas son muy chiquitas, eso no implique que la persona arrastre su mala categoría al resto del sistema”, comentó.

Admitió que es “preocupante” el nivel de las tasas, pero confió en el proceso de discusión que se está dando en el Parlamento, con un proyecto de ley que tiene media sanción. “Yo soy muy optimista de que las soluciones que se vienen conversando van a salir y van a ser buenas”. “Hay que ser cuidadosos y no voluntaristas con querer resolver todo”, advirtió, y señaló que atrás de los bajos niveles de riesgo país hay “un país que tiene reglas de juego bien claras, y eso no lo podemos perder”.

También fue consultado sobre las políticas contra el lavado de activos, y señaló que en 2023 culminó la evaluación nacional de riesgo que hace la Secretaría Nacional contra el Lavado de Activos Financieros y que existe un documento de estrategia nacional que será publicado en los próximos días con lineamientos para mejorar la política contra el lavado de activos.

“Tenemos un sistema que pone muchos controles, pero cuando uno llega a mirar los procesados al final por lavado de dinero, terminan siendo muy poquitos. Creo que hay una tarea importante por hacer; espero que cuando esto se publique se vean algunas líneas de hacia dónde hay que ir”, comentó.