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El presidente de Ancap hizo algunos apuntes sobre la situación del mercado global de producción de energía, para destacar cómo, al tiempo que se piensa y se actúa para el desarrollo de las nuevas energías verdes, la producción tradicional, en base a combustibles fósiles, sigue siendo necesaria, y la única que puede brindar soluciones inmediatas a los países que la necesiten.
“Irena, la agencia internacional de energías renovables, plantea seis rutas para llegar a la neutralidad del carbono. La mitad está dada por lo que es la incorporación de energías renovables y por el uso eficiente de la energía. Después hay un 20 % que tiene que ver con la electrificación, 10 % con la incorporación del hidrógeno como vector energético, 6 % en la captura del CO2 que los combustibles de origen fósil emiten a la atmósfera, y el 14 % restante por nuevas formas de combustibles.
Cuando hablamos de esto lo hacemos básicamente desde la perspectiva de producción, pero nos olvidamos de que el factor más importante para el consumo es la demanda.
Si bien se decide que la producción es esencial, 80 % de la población mundial vive en países importadores de energía en general, y no es bueno que se diga que se aprovechen las oportunidades de la generación de energías renovables en esos países. Sin embargo, en un panorama que se pone como positivo, que va progresivamente incorporando energías renovables, todos estamos entusiasmados, pero no faltos de preocupación. Y de hecho se pone en duda la capacidad que tiene el mundo de llegar a los objetivos de descarbonización.
El concepto que más se repitió en el último encuentro CeraWeek (la mayor conferencia mundial de energía que reúne a las principales empresas del sector, reunida en Houston, EEUU) fue “¡cuidado!, hay que carbonizar antes de descarbonizar”. Básicamente quiere decir que hay que llegar con energía a quienes no la tienen antes de hablar de que esta sea limpia.
Tenemos que hablar de una transición realista, y es ahí donde en Ancap nos llenamos de orgullo, porque en 2021 impusimos el concepto de “transición responsable” cuando vimos que, en esta locura, esta moda de transición, íbamos muy rápido hacia las cosas que van a venir.
Pero la transición supone un proceso largo de tiempo, de un estado inicial a un estado final que ninguno de nosotros sabe cuál es, y en el medio hay que seguir suministrando energía. Por eso, nosotros en Ancap tenemos que tener una oferta equilibrada (…) y la mejor energía disponible.
Tenemos que arrancar por lo que estamos dando hoy, que es el combustible de origen fósil. Esto es lo que se ve en las conferencias internacionales, donde el mundo, primero que nada, tiene que ir produciendo las nuevas energías para ir sustituyendo las anteriores. Es decir, una transición ordenada.
Los conceptos de responsable, ordenada y justa aparecen consistentemente en todos los eventos para aplacar un poco este entusiasmo de “mañana va a ser todo renovable, va a ser todo carbono neutro”. Eso no es así.
Según los datos, no venimos bien en el mundo. Hace 20 años la matriz primaria de energía se alimentaba en 80 % de productos de origen fósil… igual que en 2019. La incorporación de renovables en estas dos décadas sustituyó básicamente a la energía atómica.
En 2022 la energía de origen fósil fue 82 % del total en el mundo. Y eso que en los últimos años pasó de todo en cuanto a renovables... El gas natural sigue creciendo, tanto en regasificación como en licuefacción, y la inversión en petróleo retoma los niveles prepandemia. La energía limpia está comenzando a caer frente a la de origen fósil (…).
Vivimos en un mundo de restricciones, donde todos los recursos son finitos. Cuando uno habla de energía, tiene que ver si esta es accesible a muchos o solo a unos pocos. Hay que preguntarse si la energía es ambientalmente sustentable, o como le pasa a Europa, que cuando se le cortó el gas natural por la guerra ruso-ucraniana se le acabó la principal fuente, y recordemos que, sin energía, no hay desarrollo económico.
El problema es que hay casi 1.000 millones de personas en el mundo que no tienen acceso a la energía. Hay una cuestión ética ahí.
Hace poco estuve en un encuentro en Londres donde se analizó la experiencia de los países africanos. Todos llevaban dos tipos de proyectos: primero los petroleros, los que les dan de comer hoy, y después megaproyectos de energías renovables, promovidos y financiados por Europa, que es la que necesita la energía no fósil. Y hay un comentario de la delegada de Ruanda que me quedó marcado: “Está todo bien con el aire limpio, pero no desde la oscuridad”.
Esas preguntas parten del lema que plantea el Consejo Mundial de la Energía, que dice que tiene que ser segura, accesible a todos y sustentable. Pero la demanda tira.
Entonces, a la vez que vemos muchos proyectos de energía renovable y tenemos la imagen de las energías limpias para el futuro, hay presiones económicas porque estas últimas son más caras aún que las provenientes de fósiles.
En el futuro, la energía limpia va a ser más barata, claro…
Así, vemos todos los días acuerdos entre países, programas, billones de dólares que se apuestan a la energía limpia. Pero en los últimos tres meses se ven nuevos yacimientos de gas descubiertos en distintas partes del mundo, como es el caso de México, Noruega, Rumania, Mar del Norte. Esto ocurre porque el mundo necesita energía ya”.