Consideraciones y alertas ante un posible tratado Uruguay-China

Un tratado de libre comercio (TLC) con China debe ser amplio y abarcador, con apertura gradual del mercado uruguayo a partir de desgravaciones arancelarias progresivas, flexibilidad para la aplicación de cláusulas de salvaguardia y la no inclusión de compromisos en compras públicas, todos aspectos considerados imprescindibles por los industriales nacionales, según un pormenorizado estudio presentado este mes al gobierno del presidente Luis Lacalle Pou.

La Cámara de Industrias del Uruguay (CIU) sostiene también que se deben incluir normas de origen, técnicas, en materias sanitarias y fitosanitarias, obstáculos al comercio, de propiedad intelectual, inversiones, comercio de servicios, defensa comercial, mercado electrónico y ambiente, además de un universo suficiente de excepciones para proteger la industria nacional.

La visión del muy variado sector industrial del país sobre el acuerdo que se proponen negociar Uruguay y China es positiva para el 29 % de los ejecutivos consultados por la firma Equipos Consultores para la CIU, muy positiva para el 13 %, neutra para el 28 %, negativa para el 17 %, muy negativa para el 10 %, mientras que el 3 % restante no sabe o no contesta.

“Nos comprometimos con un estudio concienzudo, profundo y riguroso, de cada sector de actividad, de aquellos que se van a beneficiar, de los que pueden encontrar oportunidades y de los que tienen sensibilidades claras para competir con una nación tan gigantesca como China. Nuestra obligación, como gremial de gremiales, fue reunir la información, hacer una fotografía de la realidad y presentarla al gobierno”, explicó el
presidente de la CIU, Alfredo Antía, en el acto de entrega el pasado 7 de diciembre, según recoge la gacetilla de la entidad.

El documento “Posible TLC Uruguay-China: contribución de la CIU al Estudio Conjunto de Factibilidad y eventual inicio de un proceso de negociación” está a disposición (de acceso en el portal de la gremial) “como una oferta de este sector de actividad al país, para que este acuerdo signifique oportunidades de desarrollo, inversión y de empleo para los compatriotas”, apuntó Antía.

La industria aportó el año pasado 5.400 millones de dólares de valor agregado de producción; representa el 12 % del producto interno bruto (PIB); es el primer empleador del país, con 156.500 trabajadores, que equivalían al 10 % del total a fines del 2021, con sectores que se destacan, como el procesamiento de alimentos (la principal actividad manufacturera), el automotor, calzado, construcción, tecnologías de la información y la comunicación (TIC), lácteos, papelera, madera, químicas y farmacéuticas; parte de un espectro amplísimo.

El proceso de análisis sobre los impactos de un posible tratado con China, que dio paso al documento, comenzó con un seminario en la modalidad virtual realizado el 8 de octubre con la participación de los economistas chilenos Andrés Rebolledo y Milenka Montt, quienes intercambiaron con directivos y representantes de gremiales integrantes de la CIU las experiencias recogidas en acuerdos similares entre el gigante asiático y su país, Perú y Costa Rica.

“Es una oferta para sacar el mejor resultado posible y para que este tratado sea de oportunidades de desarrollo, inversión y empleo”, destacó Antía en rueda de prensa, tras la presentación hecha en conjunto con Rebolledo ante el secretario de la Presidencia, Álvaro Delgado, el prosecretario Rodrigo Ferrés, el ministro de Industria, Energía y Minería, Omar Paganini, su subsecretario, Walter Verri, la directora de Política Económica del Ministerio de Economía y Finanzas, Marcela Bensión, el director general para Asuntos Económicos Internacionales del Ministerio de Relaciones Exteriores, Fernando López Fabregat, y otras autoridades.

La CIU se había expresado dispuesta a colaborar con el gobierno nacional apenas el presidente Lacalle Pou anunció el 7 de setiembre que había recibido de las autoridades de China la aceptación de la propuesta de realizar estudios de factibilidad con miras a comenzar negociaciones para un acuerdo de libre comercio entre los dos países.

El informe “Posible TLC Uruguay-China: contribución de la CIU al Estudio Conjunto de Factibilidad y eventual inicio de un proceso de negociaciones” es el producto del equipo creado en su momento para ayudar con el estudio de factibilidad que Uruguay y China comenzaron a trabajar de inmediato con metas para fines de año, con el propósito de analizar el impacto que sobre el sector puede conllevar un acuerdo de este tipo.

Antía recordó ante la prensa que la gremial que hoy conduce estuvo dispuesta a trabajar ante una posibilidad de este tipo, como ya había ocurrido en el 2016, cuando el entonces presidente Tabaré Vázquez (2005-2010 y 2015-2020) firmó en Beijing con su par de China, Xi Jinping, un acuerdo para avanzar en tratativas con la meta de llegar a un tratado en el 2018, que finalmente no se concretó.

El mayor demandante de alimentos del mundo quiere trabajar con Uruguay y esa es una oportunidad que este sector en particular, que en los últimos 12 meses fue responsable de 9 % de las exportaciones nacionales, no debe desperdiciar, resaltaron en su momento portavoces del gobierno uruguayo.

China, con 1.400 millones de habitantes y 400 millones de ellos de renta media, es la segunda economía mundial y responsable del 18 % del producto global. Desde el 2013 es el principal destino de la producción uruguaya al exterior, con 32 % del total, seguido por Brasil con 15 %, la Unión Europea con 14 %, Estados Unidos con 7 %, Argentina con 5 % y México con 3 %.

La carne bovina, con 60 % del total de ventas a China, lidera ese flujo comercial, seguida por los productos lácteos con 9 %, subproductos cárnicos con otro 9 %, la soja con 7 %, ganado en pie y madera con 5 % cada uno, y la carne ovina y caprina con 4 %, de acuerdo al instituto Uruguay XXI.

Precisamente, uno de los sectores más favorecidos por un acuerdo bilateral de este tipo es el de los frigoríficos, que en sus ventas a China dejaron en su aduana unos 150 millones de dólares el año pasado en concepto de aranceles de importación, comentó Antía, para luego indicar que Uruguay en este rubro está hoy en desventaja con competidores directos como Australia y Nueva Zelanda, que ya tienen tratados con ese país y sus embarques son menos costosos por la cercanía geográfica.

Visiones dispares, intereses contrapuestos

Rebolledo, responsable del equipo de trabajo montado por la CIU, aseguró que el documento contiene información muy precisa y detalla la situación de cada uno de los sectores de la industria nacional y, ante ello, entiende que un tratado con China es una oportunidad que Uruguay tiene que aprovechar.

Además es el momento histórico para que China muestre especial interés en Uruguay, según indica el estudio y ha reiterado Antía. Hay razones de estrategia geopolítica en su disputa global con Estados Unidos, y esta sería una manera de entrar en América Latina y en particular en el Mercado Común del Sur (Mercosur) a partir de un país con condiciones para transformarse a no muy largo plazo en el hub (nodo distribuidor) para gran parte de la región. También, y de particular importancia para Beijing, está su interés de abaratar compras de alimentos y materias primas así como ampliar inversiones.

El experto chileno agregó ante la prensa que el informe bajo su dirección “muestra las bases para un acuerdo comprensivo y balanceado, buscando que este permita conjugar los intereses de sectores que tienen expectativas muy importantes respecto de crecer en el mercado chino, junto con otros sectores que tienen algún grado de sensibilidad y por lo tanto tienen disposición a participar de un acuerdo comercial de este tipo, pero con los resguardos que permitan adecuarse a estas nuevas condiciones de competencia”.

La experiencia de los países latinoamericanos que han firmado acuerdos de esta naturaleza indica que no solo acrecentaron sus exportaciones, sino que además atrajeron inversiones de China, como fue el caso de Chile, que en 15 años de vigencia multiplicó por cinco sus ventas, en cuanto a los bienes fue por dos, y las empresas con negocios en el mercado chino se han triplicado, añadió el experto, quien fue jefe del equipo negociador de Santiago ante Beijing en ese tratado bilateral, así como en procesos de otros países con las principales economías del mundo, además de embajador en Montevideo.

Entre las principales conclusiones de los especialistas convocados por la CIU destaca que la mayoría de los sectores productivos consultados indicaron que un TLC con China sería beneficioso para Uruguay, aunque existen visiones e intereses muy dispares en relación a cuáles podrían ser los impactos.

“Probablemente haya sectores que se vean perjudicados y seguramente va a haber herramientas de políticas públicas tanto para las empresas como para los trabajadores, un camino que hay que recorrer, identificar claramente de qué modo podemos mantener a los soldados y al comercio de pie”, sostuvo en varias entrevistas Antía. Empero, dijo que la gremial intentará ayudar a los sectores más sensibles que podrían verse damnificados ante una mayor apertura comercial.

Algunos de los empresarios alertan sobre los perjuicios de una mayor apertura del comercio chino, entre ellos la posibilidad de represalias desde Argentina, Brasil o Paraguay, socios de Uruguay en el Mercosur, por esta decisión unilateral de avanzar en negociaciones bilaterales, dado que el bloque es el destino principal de lo producido por la industria manufacturera nacional.

Otras posibles amenazas que conlleva un tratado de libre comercio con China son: la posibilidad de un cambio de la corriente exportadora y una alta dependencia de ese gigante; una asimetría en la competencia, ya que Uruguay dispone de estándares ambientales, laborales, entre otros, que son más exigentes; dificultades internas en materia de competitividad; el ingreso masivo al país de productos terminados a menor precio, poniendo en riesgo la producción nacional; una barrera cultural asociada a la comprensión idiomática, así como una difícil generación de contactos confiables, sostiene el documento.

Los colores de la realidad

El estudio “Posible TLC Uruguay-China: contribución de la CIU al Estudio Conjunto de Factibilidad y eventual inicio de un proceso de negociación” describe con precisión la situación, expectativas y dudas al interior del sector, para lo cual se establecieron categorías de empresas y rubros sobre los eventuales impactos de un tratado Uruguay-China.

Entre las ventajas generales apuntadas se cuentan rebajas arancelarias y cuotas para la exportación de bienes agroindustriales con alta recepción china, diversificación de la oferta exportable y promoción de agregación de valor en el país, eliminación del arancel de materias primas e insumos intermedios, lo que facilita a los negocios, incremento de las inversiones chinas en este territorio, entre otros beneficios.

La distribución por colores ubica en la zona verde a quienes prevén un beneficio o incremento del beneficio ante un acuerdo como el buscado, como son la industria frigorífica, lácteos, lana, la producción arrocera y el sector vitivinícola, entre los principales.

En amarillo o neutral se ubican las industrias que experimentan incertidumbre frente a los alcances del tratado, no exentas de expectativas, y ahí están alimentos procesados, insumos farmacéuticos y químicos, la industria naval y la de maquinaria agrícola.

Quienes podrían tener un impacto negativo de un TLC Uruguay-China y fueron puestos en zona roja abarcan a la industria metalúrgica y automotriz, de aluminio, el calzado, textiles y vestimenta, la perfumería y cosmética, la siderurgia, plástico y vidrio, y curtiembres. Para esos sectores, la CIU presenta recomendaciones y asegura que se cuentan con instrumentos para mitigar estas sensibilidades.

 

Costos, regulaciones y modernización

La CIU se manifestó conforme con la recepción del gobierno de Lacalle Pou a los planteos, contenidos en el documento, que hacen a encontrar mecanismos y apurar reformas para que el país avance hacia una mayor competitividad. Para ello se requiere de un apoyo en paralelo de las autoridades nacionales, según Rebolledo.

El experto dijo que Uruguay debería preparar un plan para mejorar la competitividad de la industria exportadora del país y aprovechar esta oportunidad para abordar los desafíos pendientes en términos de costos, entre otros, energéticos y logísticos. El documento sostiene que, pese a que Uruguay es líder en penetración de energías limpias, aún tiene los precios más elevados en la materia del Mercosur y del resto de América Latina y el Caribe, al igual que en logística, porque los combustibles siguen siendo alrededor del doble más caros que en los demás países de la región.

“Si Uruguay quiere aprovechar de mejor manera el TLC con China y constituirse en un centro logístico, debe mejorar sus costos internos para ser competitivo en la región”, sentencia la CIU.

Frente a ese abanico de desafíos y oportunidades se plantean además medidas de política pública, como diseñar instrumentos que contribuyan a la diversificación productiva, una campaña de imagen-país con foco en China y los mercados asiáticos, así como reformar las relaciones laborales y la negociación colectiva, que para la CIU es fundamental para poder tener condiciones apropiadas de competitividad. “Hay que abordar los diferentes mecanismos que existen en la legislación del trabajo que rigidiza este mercado y hace perder competitividad al país y a sus sectores exportadores en los mercados globales”, enfatiza también el informe empresarial.

Uruguay, además, debe prestar especial atención a la diversificación productiva y evitar que China, acuerdo de por medio, concentre la oferta exportable. Un principio fundamental del desarrollo exportador es ampliar tipos de productos, mercados y empresas, destaca el estudio.

En otro aspecto, los expertos contratados por la CIU indican que el país debe reforzar las capacidades regulatorias y de certificación para mejorar la competitividad y su ingreso a los mercados internacionales de forma consolidada con una mayor predictibilidad y seguridad al comercio de bienes agrícolas, alimentos procesados, químicos y demás. Se deben también aplicar instrumentos de defensa comercial, máxime en un escenario de apertura comercial en aumento y mayor impacto en la producción local, advierten los industriales.

 

"Contribución del Sector Industrial al Estudio Conjunto de Factibilidad de un eventual TLC entre la República Popular China y la República Oriental del Uruguay"

El documento de la Cámara de Industrias se desarrolla en varios capítulos, a saber:

El repaso de antecedentes de negociación de Chile y otros países de la región con China.


La observación del impacto de tales TLC en los flujos de comercio.


El relevamiento de las inquietudes de cada sector industrial nacional.

El detalle de los capítulos que, a juicio de la CIU, debieran formar parte de un TLC con China.

Reflexiones y propuestas de la CIU en relación a cada uno de esos capítulos.

La identificación de oportunidades y amenazas que presenta un posible TLC con China.

 

La CIU y los contenidos del tratado

Apertura gradual del mercado uruguayo, basado en un cronograma de desgravación arancelaria progresiva, que incluya canastas desde 0 a 15 años y un universo suficiente de excepciones.

Normas de origen flexibles y adecuadas a la estructura productiva de Uruguay.

Régimen de certificación: autoridad oficial responsable y entidades habilitadas delegadas.


Importancia de las normas técnicas, fitosanitarias y zoosanitarias.

Mantener la flexibilidad para la aplicación de cláusulas de salvaguardia.

No incluir compromisos en materia de compras públicas: salvaguardar regímenes que prioricen la industria nacional.

Temas con enfoque “cooperación”: propiedad intelectual, facilitación de negocios, medioambiente, comercio electrónico.

Algunos temas para futuras etapas: renegociación/profundización, actualización de normas, acumulación diagonal de origen con terceros.

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