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Por Nicolás Laurutis, innovation Engineer, Logicalis Argentina
“Skolstrejk för Klimatet” (School Strike for the Climate) es lo que se puede leer en el cartel de una joven sueca de 16 años que viaja por el mundo en velero para reducir su huella de carbono concientizando sobre el cambio climático y participando de las cumbres de acción climática más importantes del mundo. Los incendios forestales amazónicos crecen en Brasil, Paraguay y Bolivia, habitantes de Los Ángeles se ven obligados a abandonar sus hogares frente a incendios fuera de control, las llamas en Nueva Gales del Sur, Australia, se extienden en toda la costa este del país y cubren de humo al Sydney Opera House mientras ponen en peligro de extinción a varias especies autóctonas. Estas son sólo algunas de las catástrofes climáticas que aquejan al mundo, su periodicidad aumenta y se intensifican cada año.
Ahora bien, la mayoría de estos fenómenos están fuera de control, son muy difíciles de contrarrestar y en algunos casos hasta resulta imposible. Entonces, ¿qué puede hacerse al respecto? En primer lugar, es posible revertir la situación climática a partir de mejores prácticas, principalmente evitando el consumo de combustibles fósiles y migrando hacia energías renovables. Las llamadas “envirotech” (environmental technologies) reducen el impacto ambiental utilizando energía solar, hidráulica, eólica, mareomotriz y geotérmica entre otras energías limpias y renovables, tecnologías que velan por un desarrollo sustentable. Además, la optimización del consumo energético es fundamental en este camino, esto es, consumir de forma eficiente. Es ahí donde IoT puede cumplir un rol fundamental: medir magnitudes para poder tomar acciones de justa mesura. Por ejemplo, una posada en la universidad estatal de Ohio utiliza sensores para determinar la cantidad justa de agua que debe utilizar para procesar restos de alimentos que luego serán utilizados como biocombustible, lo que se traduce en un ahorro anual de unos 12.000 dólares. Una cadena de productos para mejora del hogar en Estados Unidos logró un ahorro de 5 millones de dólares anuales en consumo de agua de usuarios finales con un sistema de riego inteligente, un consumo que hubiese significado la quema de 320.000 litros de combustible.
Alrededor del 20% de la huella de carbono total pertenece al consumo energético edilicio y este es uno de los sectores más avanzados en optimización energética gracias al IoT. Hoy pueden monitorearse magnitudes de energía, potencia instantánea, factor de potencia, distorsión armónica, corriente, tensión y muchas más dentro de una red eléctrica y tomar acciones casi instantáneas ante la presencia de anomalías en cualquiera de estas. Es posible verificar el estado de los generadores eléctricos y la cantidad de combustible que utilizan en caso de una interrupción prolongada de suministro. Por supuesto que todas estas variables pueden relacionarse con factores de temperatura, humedad y otras para obtener conclusiones, análisis más complejos y predicciones.
La situación actual es desafiante. Hoy consumimos una cantidad de energía que el planeta no puede regenerar, la GFN (Global Footprint Network) establece que actualmente utilizamos por año la energía de 1.7 planetas. El escenario no es sustentable, pero el aporte tecnológico es evidente y se presenta como uno de los pocos caminos viables para apaciguar los efectos del cambio climático y asegurar un futuro para todos.