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El área de software es supercompetitiva, “por eso nuestra empresa pone el foco en su gente, pues la calidad de los profesionales que contratamos hace la diferencia a favor de lo que ofrecemos, dado que un negocio como este, que vende conocimiento, la calidad educativa y formativa marca la importancia del producto”, destaca Juan Pablo Saibene, el ejecutivo y cofundador de Qualabs de 34 años que preside la Asociación de Jóvenes Empresarios (AJE).
Titulado en Ingeniería de telecomunicaciones en el 2010 en la universidad ORT, este joven emprendedor nacido en Maldonado está convencido de que la industria del software será clave en la recuperación de fuentes de trabajo en los tiempos de pospandemia de COVID-19 en Uruguay, además de que esta en general se constituye de empleos de calidad con salarios importantes.
“En otras industrias, el componente del costo salarial representa entre 30 o 40 %, mientras que en el software ronda el 75 %”, precisa, para agregar: “Siempre decimos que muchos de nuestros jóvenes ganan mucho más de lo que en su momento lograron sus padres a su edad”. “Es común encontrar sueldos de 70.000 u 80.000 pesos por mes en gurises con apenas dos años de comenzada su carrera laboral”, afirmó Saibene en conversación mantenida con Somos Uruguay Revista.
Respecto de las posibilidades de los emprendedores, Saibene sostiene que “hoy hay menos barreras para llegar al objetivo, porque en Uruguay hay muchos más instrumentos para ello desde hace 15 o 20 años, ya sea por la innovación con la ANII [Agencia Nacional de Investigación e Innovación], la formación con el Inefop [Instituto Nacional de Empleo y Formación Profesional], por el Instituto Uruguay XXI y por la ANDE [Agencia Nacional de Desarrollo Económico], así como todo un ecosistema que hay atrás y que ha generado un montón de condiciones que permiten universalizar el acceso a la empresa”.
Saibene defiende, además, la tarea que lleva adelante la AJE, “que no tiene un fin económico, sino que pretende ser una comunidad lo más grande posible, que tenga un impacto positivo en la sociedad”. “La gente siempre se sorprende por el precio de la afiliación, pues es supereconómico, de solo 650 pesos por mes, lo mismo que cuesta Netflix o un chivito”, con toda la importancia que tiene para Uruguay.
¿Cuándo nació la empresa?
Arranqué con la empresa el 1o de setiembre del 2017 con dos colegas, Nicolás Levy e Ismael Garrido, quienes trabajaban conmigo en TCC [empresa por abonados Televisión Cable Color], donde yo era jefe de investigación y desarrollo. Ellos fueron nuestro primer cliente.
Qualabs es una empresa que brinda servicios de desarrollo de software a otras, es decir que no procesamos nuestros propios productos como principal negocio. Nos dedicamos a construir productos en la industria de distribución de contenidos multimedia, en particular de videos, transmisión por streaming, satélite, cable y demás modalidades, también en la parte de poner seguridad, de controlar a los usuarios.
¿Cómo está la empresa en la actualidad y cuáles son sus planes de expansión?
Cuando comenzamos éramos los tres cofundadores más dos colaboradores, y hoy ya somos 40 personas. Hemos crecido muchísimo este año. En el 2020, si bien el negocio repuntó, se vio algo estancado entre marzo y noviembre. En mayo ya exportábamos el 100 % a Estados Unidos, y en octubre, cuando quedó claro que la pandemia venía para quedarse más tiempo, y que la rueda debía seguir girando, hubo una decisión de volver a invertir y fue cuando comenzó a moverse el mercado.
En noviembre se destapó la olla. Muchos clientes consideraron que la ola había pasado y volvieron a incrementar las inversiones. Nosotros crecimos el 37 % solo en un trimestre (abril, mayo y junio de este año), ahí fue que dijimos que debíamos abocarnos a estabilizarnos para poder atender la nueva demanda.
¿Cómo impactó la pandemia, con la restricción de las salidas y el incremento del trabajo en línea, y con los contenidos por internet volviéndose parte de nuestras vidas?
Lo que ocurrió en los meses iniciales de la pandemia fue que todas las inversiones en marcha se estancaron a la espera de ver cómo evolucionaba la situación. También hubo otras que se achicaron por la caída del mercado mundial, especialmente en el área turística, la aviación comercial y en las actividades de entretenimiento. Así, en noviembre cambió la agenda y comenzaron a aparecer los proyectos, tanto que hace un año teníamos tres equipos de trabajo y hoy tenemos ocho.
Todos los proyectos que tenemos hoy son a largo plazo, sin fecha límite, en especial en videos, que creció enormemente, y ahora estamos con la preocupación de conseguir recursos humanos.
¿Uruguay sigue afrontando la falta de personal capacitado en el área de software?
Cualquier industria atraviesa hoy procesos de transformación digital con las nuevas tecnologías. Como ocurre con el aumento de las transmisiones por streaming, pasa con los diarios que dejan de usar el papel para pasarse a digital, y lo mismo ocurre con un sinfín de industrias, como la del agro, por ejemplo, que está requiriendo cada vez más del desarrollo de software. Entonces, la gente capacitada en tecnología de la información escasea. Este es un problema global.
¿Ustedes recurren a personal de otros países?
No, aún no, pero es un camino que seguramente tomaremos en algún momento. La razón es que aún no tenemos la estructura ni la solidez para hacerlo.
El factor empleo
Este sector parece ser importante en la recuperación de fuentes de trabajo pospandemia en Uruguay. ¿Qué opina?
En Uruguay ha habido una inversión, en muchos años, en varios aspectos que la dejaron bien parada para esto. Sin entrar en ningún comentario político-partidario, se destacan planes como el Ceibal y el Programar, ha habido mucho y buen trabajo de la CUTI [Cámara Uruguaya de Tecnologías de la Información], de la Universidad de la República y de las privadas.
Estamos formando gente y cada vez va a ser más necesario, no solo en ingeniería de sistemas, sino en cuanto a llevar el software a toda la educación. Si uno mira los programas en las universidades en cualquier carrera, como la de economista, contadores, administradores de empresas, etcétera, ya tienen materias de programación. Se está enseñando el uso de la tecnología de software en otras carreras.
Sociedad de los jóvenes
¿Cuántos años tiene la AJE desde su creación?
La AJE comenzó en el 2006 y hoy contamos con 250 socios.
Es una organización superamplia y heterogénea, nos une el entender que las empresas, cuando hacen las cosas bien, generan valor para la economía en general.
Creamos empleo y riqueza. Eso no quiere decir, claro, que los viejos empresarios fueran malos, sino que hoy hay un propósito detrás del empresariado joven, que la misión no es solo hacer dinero. Por supuesto que hay una retribución y que esto es un negocio, pero también creemos que uno tiene que tener conciencia del entorno donde está, del impacto de nuestra acción en el equipo que conduce y en los clientes. Si uno no genera valor para el entorno y para los clientes, es que lo está haciendo mal.
¿Cuál es la función concreta de la AJE?
Tenemos tres pilares. Uno es el de formación. Hemos lanzado un programa de primeros pasos para exportar, después seguiremos con otro curso para empresas consolidadas que quieran reconvertirse y, después, otro para microempresas que quieran consolidarse y crecer. Lo estamos haciendo con la ANII, Uruguay XXI, la cámara Alemana y con otros organismos.
Otro pilar es el de networking, es decir, la generación de una red de confianza, no solamente para hacer negocios, sino para permitir el intercambio entre pares en todo sentido, para generar vínculos, dar y recibir consejos y acompañamiento. Eso es superparticular porque es una comunidad exclusivamente de empresarios, que es una profesión muy solitaria.
El tercer pilar es el de la imagen. La AJE es realmente representativa de los jóvenes empresarios, es su voz en Uruguay, y muestra la calidad de ellos, que hacen cosas positivas para el país.