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En el mundo de la ciberseguridad, las mayores debilidades no parten de la tecnología ni de su uso, sino de las falsas creencias de sus usuarios. Existen en este punto tres grandes enemigos, la desinformación, la falsa sensación de seguridad y el pánico sin fundamentos. Internet es parte de todo esto.
En su edición del año pasado, el llamado Foro de Gobernanza de Internet (IGF, por su sigla en inglés), organismo impulsado por las Naciones Unidas, detalló lo que denominó como “la verdad” de los 50 mitos más comunes sobre internet. Veamos algunos de ellos:
No es posible regular lo que las personas hacen en internet. Esto es falso. El comportamiento en internet está sujeto a regulaciones, al igual que cualquier otro tipo de conducta, incluyendo las posibles sanciones. La dificultad está en la velocidad de la comunicación y la destreza técnica de los criminales, pero internet no es tierra de nadie.
El derecho internacional no se aplica a Internet. También es falso. Aun cuando no existan tratados internacionales, el derecho internacional se aplica plenamente a la información, a los flujos de comunicación y a toda la infraestructura de estas acciones, a pesar de ciertas complejidades legales, sociales y técnicas.
Los ciberdelincuentes viven en libertad. Es un paradigma falso. Los ciberdelincuentes pueden ser atrapados a pesar de usar herramientas de anonimización. Un ejemplo reciente es la captura del presunto culpable del mayor ataque de la historia a Twitter, relacionado con una estafa a través de bitcoins.
En Internet puedas decir cualquier cosa que desees. También es falso. La diferencia está en la capacidad de reacción de quienes aplican las leyes, de sus normas y estándares comunitarios. Pero las leyes que se aplican en el mundo real pueden replicarse en las redes. Depende de cada país la manera de diseñar el sistema regulador de la libre expresión para que sea más efectivo y tenga en cuenta los principios de los derechos humanos.
Las plataformas no se hacen responsables del contenido generado por los usuarios. Esto es otro mito. Las plataformas no son meros distribuidores neutrales de contenido, y esto en Estados Unidos está más estrechamente acotado, como lo han demostrado algunas recientes acciones. La ley europea, por su parte, contempla un régimen de responsabilidad más matizado, especialmente en lo que respecta a la protección de la propiedad intelectual, al contenido claramente ilegal y a ofensas serias como la promoción del terrorismo.
Todo es gratis en internet. Esto siempre fue falso. Si algo aparece como “gratis” es porque casi seguramente el precio somos nosotros, nuestra privacidad e identidad digital. La mayor parte del contenido está protegido por derechos de autor y no es de dominio público ni libre de usar, copiar, adaptar o exhibir, interpretar o distribuir públicamente sin una licencia del propietario de dichos derechos.
Se avecina una guerra informática. Mito que también puede ser considerado falso pues, a pesar de que un ciberataque podría inhabilitar la red eléctrica y poner fuera de funcionamiento a toda una economía industrial, a nivel político solo sería efectivo en el contexto de un conflicto tradicional (o sea físico).
Se requieren mejoras drásticas urgentes en materia de ciberseguridad. A pesar de que las amenazas digitales pueden ir en aumento, disponemos de numerosas herramientas para incrementar nuestra protección. La educación en empresas y usuarios es una parte muy importante en esto.
Internet fue inventado y diseñado para sobrevivir ataques nucleares. Se menciona como un hecho desde el nacimiento de la red, pero internet no estaba motivado por una posible guerra nuclear, sino por una necesidad de protocolos técnicos que permitieran a las computadoras (y a sus usuarios) comunicarse entre sí. Arpanet (red descentralizada de comunicación remota, previa a internet) fue, por encima de todo, un experimento de ciencia computacional y no uno militar.
Los mensajes cifrados de extremo a extremo (E2EE) garantizan una protección de la privacidad. Falso. Servicios populares que utilizan mensajes cifrados, tales como WhatsApp o Telegram, o incluso herramientas de videollamadas —tan populares en estos días— siempre pueden revelar su identidad y la de su interlocutor a un tercero.
Las redes sociales son un reflejo fidedigno de la sociedad. Las redes sociales presentan una imagen muy sesgada de la sociedad como conjunto. Aunque su uso va en aumento, estas plataformas aún están lejos de ser representativas de la población en general. Las redes generan “tribus”, o sea personas con hábitos, costumbres y formas de pensar similares. Pero esto no puede determinar la actitud de toda la población de un país, aunque llegue a distorsionar la imagen de la realidad para algunos.
Esto también está relacionado con otro de los mitos:
Todos vivimos en filtros burbuja. Según la investigación del IGF, el filtrado personalizado por algoritmos no es la causa de la formación de la opinión pública y tiene solo efectos triviales en los resultados de los motores de búsqueda más importantes.
Las personas obtienen las noticias solo por medio de las redes sociales. Parece evidente que las redes juegan un papel importante en nuestra vida, pero las tendencias hacen dudar que sean usadas mayormente para obtener información, aunque puedan distorsionar la realidad de muchas personas. El foro indica que la gran mayoría de usuarios de internet, en todos los grupos de edad, consultan los medios tradicionales de noticias tanto en línea como fuera de ella, y solo una pequeña minoría limita su consumo de noticias a las plataformas. Esto nos lleva al siguiente mito.
Las fake news son un problema real. Si bien las noticias falsas pueden llegar a ser la principal amenaza para el debate público online, esta concepción es, en sí misma, una especie de fake news. Aunque existe el problema de la “posverdad”, por la cual las mentiras se asumen como si fuesen verdaderas, sobre todo en época del COVID-19, la mayoría de los contenidos de las fake news constituyen “noticias basura”, lo cual no las hace menos peligrosas, pero sí más fáciles de desmentir.
Internet compromete la integridad de las elecciones democráticas y los votos. Es una realidad que los bots (tipos de software que realizan tareas repetitivas de manera automática) y los troles sociales no tienen una influencia dominante en la formación de las opiniones o la toma de decisiones, pero sí pueden causar daños en la vida política de muchos países, incluido Uruguay. Las conclusiones del foro indican que la influencia de los bots y los troles es una tendencia en aumento que puede llegar a cambiar las elecciones de un país.
La privacidad ha muerto. Este mito, finalmente, se basa en una realidad. En ciertas áreas y grupos menos favorecidos la privacidad se ha vuelto precaria. Sin embargo, por esa misma situación, la privacidad está recibiendo mucha atención. Tanto en la vida diaria como en ambientes académicos y políticos, la privacidad está experimentando un renacimiento como práctica social y valor político. En el tema de la ciberseguridad, el concientizar y educar sobre el valor de la privacidad debería ser primordial, ya que el concepto de privacidad se desdibuja en el escenario de un mundo digital que cada vez toma más importancia en nuestro día a día.