Jueves, 13 Octubre 2022 09:15

Con Andrés Klappenbach, de empanadas Don Pedro: “A mí siempre me gustó incursionar en la cocina”

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Con 19 años, Andrés Klappenbach dejó su Nueva Helvecia natal para llegar a Montevideo. Trabajó varios años en una barraca hasta que encontró la oportunidad para concretar la idea en la que había pensado durante varios años: armar un emprendimiento gastronómico. Hoy 25 trabajan en la casa central de Empanadas Don Pedro, que tiene otras cinco sucursales como franquicias.

¿Cómo fueron los inicios de Don Pedro?

Yo me vine de Nueva Helvecia a trabajar a una barranca, en 1993, y estuve ahí hasta el 2008. Me casé en 2004 con Daniela y en 2005 tuvimos a Lucía, mi hija. Vivíamos en Ciudad de la Costa y mi señora trabajaba cuidando niños. En determinado momento, después de tener a Lucía, tuvimos que ver qué hacíamos; si volvía a trabajar o no, y pensamos que no tenía sentido ir a cuidar a otro niño para traer a otra persona que cuidara a nuestra niña, era un cambio que no nos servía y por ese lado empezamos a ver qué hacer. Yo siempre tuve en la cabeza hacer algún emprendimiento en gastronomía y así fue que empezamos en 2007, abrimos en el garaje de nuestra casa en Ciudad de la Costa. Ahí fue donde arrancó Don Pedro, en el garaje de mi casa, en ese momento dijimos “salir a trabajar es cambiar la plata, vamos a hacer un emprendimiento acá y vemos qué pasa”. 

¿Tenías algún indicio de que el proyecto podía ser exitoso o fue solo probar suerte?  

La verdad que fue un poco de todo. A mí siempre me gustó la cocina y siempre quise tener un emprendimiento propio, pero la idea de arrancar como arrancamos fue un poco de las ganas de eso y del necesitar de otra entrada. Yo seguía trabajando en la barraca, trabajaba mi señora y bueno cuando llegaba después de las 19.00hs, yo seguía dando una mano y ahí hacíamos el reparto. Arrancamos a trabajar con la gente del barrio, con pedidos. La gente empezó a probar y le empezó a gustar. Mi señora hacía un plato del día, y hacíamos de todo un poco, milanesas, chivitos, y también empanadas. La gente del barrio empezó a comprar, fuimos creciendo y de a poquito fuimos viendo que la veta era seguir ese camino. 

Después de un año en que trabajamos de esa forma, mi señora cocinaba de día y yo llegaba de noche, le daba una mano para cocinar y salí a repartir también. Ya después de unos meses tomamos a una persona para que nos diera una mano para repartir y tomamos otro. Después de estar un año en el garaje de mi casa empezamos a ver que teníamos un negocio para llevar adelante y del que podíamos vivir perfectamente, empezamos a buscar un local y nos fuimos a donde estamos ahora en Doroteo García Lago y Avenida Giannattasio, en Lomas de Solymar.

¿Cuántos empleados tienen ahora?

Ahora tenemos 25 y tenemos franquicias. Comenzamos con un local en 2008 y ahora tenemos cuatro locales. En un principio era rotisería y de todo un poco, después se empezó a canalizar más por la empanada y buscando la forma de seguir creciendo fue que empezamos a incursionar en la franquicia. Hoy tenemos el local central y tenemos cuatro franquicias, Roosevelt, Malvín, Pocitos y Cordón.

¿Cómo es la toma de decisión de asumir el riesgo de una inversión sin demasiado respaldo?

No es fácil, porque arrancamos sin un mango, con alguna cosa que conseguimos prestada, con la propia cocina de nuestra casa y alguna cosa que compramos financiada. Después cuando nos mudamos, también fue con lo justo, con algún préstamo chico que conseguimos, comprando siempre las cosas de a poco, cuando se podía una heladera, o una cocina, durante muchos años el crecimiento fue así.

¿En algún momento la continuidad del emprendimiento corrió riesgo?

La verdad que no, pusimos el negocio en el momento justo, en un lugar donde no había casas de empanadas y fue un negocio que empezó a funcionar bien desde el principio. Siempre hicimos un producto muy artesanal que le gustó a la gente y ahora seguimos trabajando de esa forma. Tenemos altos y bajos, épocas que trabajás mejor o peor, pero nunca un momento en que pensáramos que el negocio se acabara. 

¿Cómo fue el cambio en lo cotidiano, de pasar de cocinar a tener que tener una visión de cancha de los diferentes locales?

Con mi señora estamos siempre pendientes del negocio, cuidando la calidad y que las cosas salgan bien. Fue un proceso de ir aprendiendo un montón de cosas, pasar de ser empleado a ser patrón implica aprender un montón de cosas, nosotros trabajábamos mucho, hoy tenemos más personal, pero en su momento se dedicó varias horas del día al negocio. También cometimos errores.

¿Qué errores recordás?

A veces uno probaba un gusto de repente que no salía, también abrimos una sucursal en Shangrilá, hace unos siete u ocho años, que fue el primer intento de franquicia que se hizo y no dio resultado fue mal encarado con poca experiencia en la franquicia y ese local se cerró, fue una inversión importante que salió mal y eso sirvió para aprender bastante, saber elegir al franquiciado es fundamental, que sea una persona que también se comprometa con el negocio, que le ponga las ganas que uno le pone también  y fue así que arrancamos de nuevo a incursionar en la franquicia.

¿Cuál es la principal virtud de Empanadas Don Pedro?

Lo que nosotros tenemos más que nada es un buen servicio al cliente y una buena atención y sobre todo un buen producto, que es lo que nos diferencia. Tratamos de incentivar a la gente y a los repartidores también para que atienda bien al cliente.

¿De dónde surge el conocimiento o el interés por la cocina?

A mí siempre me gustó incursionar en la cocina y sin haber tenido nunca un estudio de cocina. Cuando empezamos a hacer las empanadas, íbamos probando un poco los condimentos que usábamos, las proporciones, “hay que ponerle un poco más de esto, sacarle de esto”  y ahí íbamos corrigiendo.

Leer 4307 veces Modificado por última vez en Lunes, 07 Noviembre 2022 15:09
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