Karen

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 La lista 5 con 60 años de participación en la política interna de Cutcsa y liderada por su presidente Juan Salgado logró un importante apoyo a la gestión en la Asamblea Extraordinaria realizada este jueves 7 de diciembre, en el Palacio Peñarol.

Uno de los momentos más destacados de la larga Asamblea, fue cuando se votó la extensión del mandato del presidente Juan Salgado y todo el equipo de dirección con un total de 5.858 votos presentes. Siendo ésta la de mayor participación de la historia de la empresa. Votaron por la afirmativa 5.846 integrantes, un 99.80%, mientras que por la negativa a la extensión del mandato 12 integrantes de la Asamablea Extraordinaria, un  0.20%.

Entre los temas considerados se destacan la extensión de la vigencia de la Sociedad hasta el año 2137, aggiornamento de algunos artículos del Estatuto como consecuencia de la renovación de flota que comenzará en el 2024 por coches eléctricos, cambiando así parte de la matriz energética actual.

El apoyo obtenido no fue solo de la masiva concurrencia en forma individual, sino que los grupos de opinión organizados dentro de la empresa también manifestaron el apoyo a la propuesta llevada adelante por el presidente Juan Salgado. La reforma de estatutos logró el 99.80 % de aprobación por parte de los accionistas presentes en la asamblea.

Una vez terminada la asamblea, Salgado muy emocionado y satisfecho, manifestó que fue una asamblea de presencia récord en los 86 años de la historia de Cutcsa, y que este masivo apoyo a la gestión lo toma con alegría y tranquilidad, pero sobre todo con el firme compromiso y responsabilidad de seguir modernizando a la Empresa ante los constantes cambios que se generan tecnológicos y medioambientales.

Además, resaltó que este compromiso para todo el directorio se traduce en "estar dispuesto a luchar por una empresa cada vez más moderna, rentable, eficiente y tecnológicamente de punta". “Y este resultado nos reafirma una estabilidad institucional en el presente y especialmente en el futuro.” Los cambios que habilitó la Asamblea no solamente fortalecen a sus accionistas, expresó el presidente, sino que van a permitir mejoras en el corto plazo a los clientes de Cutcsa, como también a sus trabajadores.

Salgado remarcó que todo esto se puede lograr gracias a que mujeres y hombres brindan diariamente su servicio en las calles de Montevideo y área metropolitana, servicios que son insustituibles para nuestros clientes, que los utilizan como único medio de traslado para concurrir a trabajar, estudiar y realizar actividades de esparcimiento. En el cierre resaltó y enfatizó que la incorporación de nuevas tecnologías y mejoras del medioambiente no deben hacernos olvidar lo más importante, que “somos una empresa que brinda servicio de personas para personas".

Durante su discurso en la Cumbre del Mercosur, celebrada en Río de Janeiro el presidente Lacalle pidió a los socios del bloque que se expresen sobre la posibilidad de una negociación de todo el Mercosur con China y señaló que percibe que no existe un verdadero interés en negociar con el gigante asiático. 

“Yo creo que no hay voluntad de avanzar en un libre comercio con China como Mercosur”, agregó 

En esa línea planteó que Uruguay tiene la necesidad y la vocación de avanzar en acuerdos de ese tipo y requirió el apoyo de los socios para habilitar la negociación

“Uruguay tiene la vocación de realizar un acuerdo de libre comercio con China; si es con el Mercosur, mejor. El Mercosur, por ahora, está en otra cosa, lo que necesitamos es que se diga: ´no hay problema, que avance Uruguay que después vamos todos”, Lacalle dijo tener la información que servicios exteriores de países del bloque pidieron a China que no negociara con Uruguay. 


“Todos sabemos que los respectivos servicios exteriores han hablado con China para alertar que no sería bien visto que Uruguay avanzara bilateralmente, todos lo sabemos, ¿verdad?”, cuestionó el presidente. Tras el discurso Alberto Fernández le dijo que él mismo se había comunicado con autoridades del gobierno chino para expresar que no le parecía correcto que Uruguay avanzara en un TLC bilateralmente. Lacalle destacó el buen relacionamiento con el presidente anfitrión, Luiz inacio Lula Da Silva y valoró el cumplimiento de la palabra, en relación a las obras binacionales que se vienen concretando, entre ellas el Aeropuerto Binacional de Rivera y el nuevo puente en Yaguarón.

El presidente Lacalle participará este jueves en la  LXIII Cumbre de presidentes del Mercosur en la que insistirá en las posibilidades de avanzar en un acercamiento a China para negociar en conjunto un Tratado de Libre Comercio. Si bien la concreción de una negociación conjunta implica resolver la situación de Paraguay, que tiene relaciones diplomáticas con Taiwán, el gobierno aspira a mantener cerca la posibilidad de que China dialogue con el bloque.

En ese sentido declaró el canciller Omar Paganini quien dijo que para Uruguay “el Mercosur es la plataforma natural de inserción al mundo”.

Durante su intervención Paganini calificó como “estancada” la agenda internacional comercial y lo atribuyó a “una situación estructural” que va a más allá de quién ejerza la presidencia pro tempore.

“Un esquema de integración regional que funcione correctamente debe cimentarse en un concepto básico que es la confianza”, expresó.

Por otra parte, señaló que la situación de incertidumbre en materia comercial desalienta la inversión y agregó que Uruguay cree “en la libertad de comercio”  y en la capacidad del bloque para transformarse en una herramienta de salida al mundo, aunque advirtió que la integración regional es buena en la medida en que los estados la apliquen y abogó por la eliminación de barreras sobre la movilidad de bienes y servicios a la interna del bloque.


Si bien la postergación de la concreción del acuerdo con la Unión Europea, impulsado por Francia y apoyada por Paraguay, significó un nuevo fracaso para el bloque, Uruguay tiene grandes expectativas en la segunda mitad de 2024 cuando tenga la presidencia protempore, lo que le permitirá un mayor control sobre la agenda y además, el hecho de que se dará en los primeros meses de gestión del argentino Javier Milei que podría sintonizar con el gobierno uruguayo en materia de comercio exterior. 

Terminal Cuenca del Plata (TCP) avanza en las obras del nuevo muelle en el Puerto de Montevideo, en el marco de la restructura que implicará una inversión de 600 millones de dólares. 

A mediados de diciembre, comenzarán a retirar las rocas con la utilización de explosivos en un área especialmente delimitada y después en enero/febrero, también por medios mecánicos, utilizando un barco especializado y luego, antes de fin de año se procederá a rellenar el área con material del banco de arena Arquímedes.

A partir de  marzo de 2024 se comenzará la obra de construcción del muelle portuario. Kenny Pauwels, gerente general de Katoen Natie, informó que actualmente se está trabajando en retirar el material suelto y el lodo, con el objetivo de liberar las rocas que están debajo y quitar del área todos aquellos materiales inadecuados, para poder profundizar el trabajo de acondicionamiento.

“La idea es terminar la primera parte de la obra, que implica la construcción de un muelle de 365 metros en mayo de 2025, con una playa de contenedores de 7 hectáreas. La segunda etapa estará lista en  2026”, informó Pauwels. “Desde el 15 de setiembre de 2023 estamos en condiciones de empezar los trabajos, algo en lo que hemos avanzado, al igual que otorgar el visto bueno para que se puedan comenzar las obras en el puerto”, agregó Pauwels, señalando que la preparación implicó la adquisición de grúas y maquinaria especializada.

Cerca de 10.000 menores en Latinoamérica se han beneficiado de Piecitos Coloradois, el  Programa de Cooperación al Desarrollo de la Fundación Prosegur, desde 2006, que tiene como objetivo mejorar la educación y la calidad de vida de menores procedentes de entornos vulnerables, 'Piecitos Colorados' de la Fundación Prosegur se destaca como un Programa de Cooperación al Desarrollo pionero en el ámbito corporativo. Desde su inicio en 2006, esta iniciativa ha sido impulsada sobre el terreno por el compromiso de los voluntarios de la compañía, llegando a apoyar a más de 10.000 niños en Latinoamérica. Su sostenibilidad e impacto a lo largo de los años se sustenta en la corresponsabilidad y la sólida colaboración entre familias, comunidad educativa y empresas. 

La iniciativa surgió del impulso solidario de un grupo de empleados de Argentina, quienes descubrieron la difícil situación de algunas escuelas rurales del país, centros con graves carencias y cuyos alumnos caminaban durante horas para poder asistir a clase. Comenzó entonces un movimiento de apoyo a nivel local, cuyo impacto llevó a la Fundación Prosegur a profesionalizar el programa y extenderlo a otros países de la región, convencidos de que la educación es el verdadero motor del cambio.

Alejándose de enfoques asistencialistas, Piecitos Colorados propone un modelo de intervención integral en fases (infraestructuras, formación nutricional, mejora educativa y fomento del deporte), donde el rol del voluntario es clave para acompañar al menor en facetas esenciales de su desarrollo: 

"La estrecha vinculación de la plantilla con el programa, dota a Piecitos de un carácter único. Son nuestros profesionales quienes pueden proponer escuelas e implicarse en los equipos de trabajo. El voluntariado es por lo tanto una pieza esencial del programa, dejando huella en ambas direcciones: para los trabajadores de Prosegur como para las comunidades que cuentan con un apoyo tangible y cercano para impulsar su desarrollo y construir un mejor futuro.”, destacó Mercedes Borbolla, Directora de la Fundación Prosegur.

'Piecitos Colorados y el voluntariado corporativo de Prosegur han evolucionado con el tiempo, adaptándose a las cambiantes necesidades de las comunidades a las que sirven. Inicialmente, las actividades se centraban en las mejoras edilicias, pero pronto fue ganando peso el voluntariado en transmisión de conocimientos y experiencias a los alumnos, con foco en la fase educativa. Posteriormente, la pandemia motivó un nuevo enfoque: el voluntariado online, para acompañar y mentorizar a los alumnos becados, con el fin de evitar el abandono escolar.

En palabras de Selena Vázquez, analista del área de Formación y Desarrollo de Paraguay: “Ser mentora me dio la oportunidad de compartir mis conocimientos y experiencias con los próximos profesionales de mi comunidad; descubrí ese interés genuino por conocer la vida de otras personas, los desafíos a los que se enfrentan y ayudarles a potenciar sus habilidades”. Con el fin de fortalecer las competencias del siglo XXI en las escuelas, la labor de los voluntarios aborda temáticas esenciales como el fomento de la lectura, las nuevas tecnologías, el emprendimiento o la creatividad a través del arte, jornadas formativas para las que se capacitan previamente de la mano de partners especializados: “Piecitos Colorados me ha permitido construir comunidad y entender que la educación es una pieza fundamental de transformación para la sociedad; valores que comparto junto a los voluntarios y mi propia familia. Cada actividad que desarrollamos en la escuela es una oportunidad para crecer a nivel personal y fortalecer el espíritu de equipo”, afirmó desde Colombia Armando Pimiento, gerente de sucursal en Bucaramanga. 

Con el apoyo de los profesionales voluntarios, Piecitos Colorados sigue extendiendo la huella social de Prosegur en Latinoamérica y Centroamérica. Así, a los centros ya adscritos al programa, se suman este año tres nuevas escuelas ubicadas en Colombia, Ecuador y Honduras, alcanzando un impacto global de 39 instituciones educativas en 8 países y más de 5.400 alumnos beneficiados.

Con Marcelo Romero, fundador de Cortiluz

Somos Uruguay habló con Marcelo Romero, fundador de Cortiluz,  quien nos contó el inicio de la empresa pionera y líder en cerramientos y los desafíos que está afrontando el sector.  Cortiluz fue fundada en 1993, se desarrolló en un taller prestado en la Unión y en 2008 logró su primer local en la calle Inca. Ahora cuenta con 22 empleados. Romero es miembro del Club Somos Uruguay.

Romero comenzó a trabajar a los 12 años en una panadería, a los 22 años se quedó sin empleo y un amigo, que trabajaba en un taller mecánico  le sugirió probar suerte en el rubro de la reparación de cortinas.

“Me metí a arreglar cortinas con un amigo y en el 2002, como no daba para dos me quedé con el pedacito mío y arranqué a darle solo”, expresó. En aquel momento la guía de páginas amarilla era la puerta de entrada a los clientes, que iban desde industrias y empresas hasta  casas de familia.

“El secreto es que yo siempre estoy”, dice Romero y recuerda clientes de muchos años, como San Roque, Natal, que lo vieron llegar con una camioneta Grumet y también con un auto de alta gama. “La diferencia es que vos siempre estás”, le dicen.

El crecimiento de la empresa fue muy paulatino, al principio desde la casa que alquilaban en la Unión, cortaba las cortinas que estaban guardadas debajo de la cama de su madre. “Yo siempre ponía la dirección porque quería que me vieran la cara”, recuerda Romero que subraya que “el vínculo es fundamental” para ir generando confianza en el cliente.

Unos 14 años atrás, Romero logró instalarse en la calle Inca en el primer local de Cortiluz y actualmente tiene 22 empleados a quienes les transmite el valor de “estar siempre” y “no aflojarle”.

Además de la creación de Cortiluz, Romero reflexiona sobre la creación del rubro, a partir de la impronta que le dio a la empresa y el rol preponderante de la publicidad. “Hay un antes y un después de Cortiluz, cuando yo arranqué a tener propaganda y tener el camión, la camioneta y el local ploteado, remeras, camisas. Un amigo me decía que iba a crear un rubro que no existía. Antes cuando alguien quería arreglar una cortina le decía a un conocido ¿conocés a alguien que arregle cortinas? o llamaba a las páginas amarillas”.

Pensando en el futuro, Romero dijo que si bien la empresa “viene bien” no ve un margen de crecimiento amplio, debido a que ya llegó a un techo en el mercado y le preocupa el tipo de competencia que debe afrontar, que reduce la rentabilidad a lo que califica como “un jornal mejorado”.  De todas formas, destacó la diferencia de Cortiluz en lo que refiere a la garantía que se ofrece que está respaldada por tener la mercadería en stock, en un depósito de 1400 metros cuadrados y siete máquinas de perfiladoras. “Preciso 100 y tengo 3.000 de stock”, señaló.

Consultado sobre el rol de asumir riesgos para poder proyectar un emprendimiento Romero respondió: “Siempre tenés que correr muchos riesgos, yo innové, hice cosas que nadie hizo, traje cosas que nadie tenía, después me van siguiendo”.

Con de Ignacio Sánchez uno de los directores de Prolimpio

Uno de los directores de Prolimpio Ignacio Sánchez nos cuenta como un emprendimiento familiar creado para atravesar la crisis de 2002 se convirtió en una cadena que irrumpió el mercado de los productos de limpieza y cambió la forma de comprar. Hoy unas 180 empresas tiene vínculo directo con la empresa que cuenta con 18 locales. 

 ¿Cómo fue el inicio de Prolimpio?

 Los momentos de crisis son momentos de oportunidad más allá del cliché es una pura realidad, cuando las otras cosas no funcionan, por necesidad, con un poco de ingenio y un poco de audacia también se nos ocurrió junto con mis dos hermanos este formato, que es un emprendimiento familiar.

 ¿Tenían alguna experiencia en la industria química?

Mi padre había sido distribuidor y habíamos tenido un pequeño emprendimiento de productos de limpieza, pero con otro formato y que había dejado de funcionar unos años antes. Esto fue como una readecuación de lo que habíamos visto unos años antes en el emprendimiento de mi padre.

¿Cuál era la ventaja comparativa de lo que ustedes ofrecían?

Eran épocas de crisis y del club del canje, la gente se juntaba para canjear cosas porque no tenía plata para comprar. En esa realidad, nosotros de forma sumamente artesanal lográbamos un muy buen precio, reutilizando y reciclando envases de refrescos y todo tipo de envases y lográbamos un producto de buena calidad, con lo que se podía conseguir, con un bajo costo dada la presentación un poco artesanal y técnica.

¿Cuál era la situación laboral de los que empezaron el emprendimiento?

Teníamos 3000 o 4000 pesos en producto que nos trajo nuestro padre, y una garantía de alquiler que nos dio un tío, en San José, y unas tablas de obra que estaban en el fondo de la casa de mi suegro con el que hicimos el mostrador y una estantería y cuatro bloques. En ese momento yo estaba haciendo algunas tareas por ahí, no teníamos un trabajo fijo, empezamos de cero. Me acuerdo en aquel momento que se vendía el refresco Fresquita y empezamos reutilizando esas botellas.
Recorríamos los diferentes depósitos y nos traíamos las botellas, como un recolector cualquiera. Empezamos con Gonzalo, después se incorporó Juan José. Hicimos caminos paralelos, esto ha sido una carrera de postas. Hace tres años nos asociamos y nos juntamos en una sola empresa con mucha inversión propia, muchas veces es difícil ver el esfuerzo y el sacrificio que hay detrás de esa inversión, no es que vino alguien y nos dijo “pongan acá la fábrica”, es mucho esfuerzo.

Es habitual a veces ver en los barrios esa oferta de esos productos ¿por qué ustedes pudieron desarrollar Prolimpio a partir de ese tipo de emprendimiento?

Son muchas cosas, es la pregunta del millón. Creo que la calidad, la rigurosidad, la exigencia y el trabajo infinito desde las cinco de la mañana a las diez de la noche, porque uno daba todo por sus clientes y hasta el día de hoy lo seguimos dando con otras herramientas, creo que es un poco eso. En definitiva, es cómo vende uno, no solo lo que vende, darle un valor agregado al cliente más allá de que sea un detergente o un hipoclorito. Esas diferencias, esa sintonía y comprensión de lo que el otro necesita, buscando una ganancia mutua, es lo que lleva a esto. Ofrecemos un muy buen producto a un buen precio con una presentación respetuosa y humilde, y a la gente le gustó. Después hay que trabajar duro.

¿Cómo es el proceso de fabricación de los productos?
Es un negocio que mezclando productos se puede lograr algo y se puede vender, está lleno de personas que lo hacen buscando una salida laboral. Hay productos que son por simple mezcla y hay otros que llevan procesos más elaborados, con temperaturas y presiones.  Nosotros empezamos mezclando y a medida que uno empieza a aprender, a charlar con los proveedores y los colegas, se va profesionalizando.

¿Qué es lo mejor de Prolimpio?

La calidad del producto, la calidad de atención y la preocupación por el cliente. El asesoramiento, la prolijidad y la limpieza de los locales y el compromiso para cumplir, porque uno para vender mucho tiene antes que haber producido mucho y antes tiene que haber invertido y trabajado mucho, creo que esa conjunción de cosas es lo mejor de la empresa.

¿Cómo fue el proceso de darle confianza a la marca Prolimpio?

A la confianza de los nuevos clientes, se llega con la confianza de los viejos clientes, el popular boca a boca es fundamental. La comunicación, las campañas publicitarias son fundamentales pero lo más importante es que después que captaste un cliente que ese cliente no se vaya, que quede tan contento que sea un agente promotor, entonces un cliente te trae diez clientes más.

Nosotros hemos hecho nuestro camino, hemos tenido nuestra propuesta original y diferente a todo lo que había hasta el momento y eso también es un diferencial. Miles de veces nos han ofrecido vender prolimpio en los supermercados, pero nosotros vendemos solo en nuestros locales porque en un supermercado no le podés preguntar a una cajera cómo se le quita el alga a la piscina, podés comprar el producto pero no vas a saber usarlo.

¿Qué te gustaría que pasara con Prolimpio?

Nuestro proyecto de corto plazo es estar presente en todas las ciudades importantes y las capitales departamentales. Vamos por el local número 18, y ya tenemos el 19 medio pronto y después hay proyectos internacionales, alguna línea de trabajo por ahí siempre hay.

 

 

 

Jueves, 15 Diciembre 2022 10:02

“Soy un fanático de las ferias”

Proyectos y Promociones es un operador ferial especializado en la organización de encuentros de negocio que se creó a finales de los 90, a partir de la edición de una publicación especializada en la industria de la construcción y que con el transcurrir de los años se convirtió en la Feria de la Construcción. En Somos Uruguay hablamos con su director, Silvano Viera, quien hizo un repaso de la evolución de la empresa y del rol que cumplen las ferias consolidadas en el desarrollo de un sector.

Viera explicó que el vínculo comercial con la industria de la construcción, que comenzó con un enfoque más editorial, devino en la organización de la primera edición de la Feria de la Construcción en el 2001, y después la empresa se fue expandiendo a otros rubros.

“Con el transcurrir de los años se desarrollaron diferentes exposiciones, algunas vinculadas al sector, como puede ser el Salón Inmobiliario de Punta del Este, que abarca toda la oferta inmobiliaria fundamentalmente del este pero a nivel nacional; Expo Hogar, que estaba enfocada en todo lo que tenía que ver con el interiorismo, la decoración y el equipamiento; e InArq, que fueron eventos de capacitación sobre nuevas tecnologías en arquitectura y construcción. Además de eso desarrollamos un evento que se llamó Expo Outdoor, una exposición de deportes y tiempo libre, y Expo Mascotas para el mundo de los animales domésticos”, detalló Viera.

Uno de los puntos centrales de la actividad de Proyectos y Promociones está vinculado a juntar a los actores de los diferentes sectores, lo que implica superar algunas costumbres y pautas culturales.

“Nuestra idiosincrasia y las características de nuestro mercado hacen que no haya una cultura de los encuentros especializados. Nosotros entendemos que cualquier sector productivo o sector comercial en un país necesita de estos eventos especializados porque estimulan un mercado, o una industria o un sector, y lo actualizan, porque es el ámbito donde el sector puede mostrar sus novedades, interactuar con sus pares, con el gobierno, o con la academia, y estimular su desarrollo y crecimiento”, señaló el director de Proyectos y Promociones.

Viera destacó el valor del rol de una feria consolidada para generar negocios y construir futuro para un sector, y agregó que eso permite que una vez cada cierto período de tiempo los actores tengan un punto de encuentro.

“En todo el transcurrir de estos años en los que hemos desarrollado estos eventos hemos trabajado muy en conjunto con el empresariado; por ejemplo, en el caso de la Feria de la Construcción, que es nuestro producto más grande, trabajamos mucho el concepto de pertenencia por parte de las empresas que integran esta feria, porque es la manera que entendemos que se deben hacer los negocios”, subrayó.

Viera dijo que en los 22 años de trayectoria que tiene la Feria de la Construcción gran parte de las decisiones que se han tomado tienen que ver con el feedback que han recibido de las empresas, y con las interpretaciones que hace Proyectos y Promociones para identificar las necesidades y las situaciones que tienen que generarse para que el evento sea productivo y eficiente para el sector.

“Lo hago con mucho amor y mucha dedicación, soy un fanático de las ferias y permanentemente estoy viajando por ferias en el mundo, para actualizarme y entender hacia dónde van las exposiciones y hacer cada vez encuentros más eficientes”, expresó.

Consultado sobre el concepto de la competencia y sobre cómo puede influir a la hora de decidir mostrar qué está haciendo una empresa, Viera dijo que eso queda diluido en la fuerza que tiene el evento cuando está consolidado.

“Hemos ido potenciando en cada uno de los eventos el concepto de una experiencia. La exposición —más allá de la muestra comercial que hace cada una de las empresas— la entendemos como un conjunto de experiencias que hacen que el evento sea importante e ineludible para esa persona que está vinculada al sector”, agregó.

El creador de Natural Bars contó a Somos Uruguay cómo vivió los seis meses que pasaron entre que llevó por primera vez al club Solís de Las Piedras una barrita de cereales que hizo en su casa y la llamada que recibió de un distribuidor de Montevideo con un pedido de 10.000 unidades.

Empezó el emprendimiento en el 2016, con 23 años, una garrafa de tres kilos, una heladera vieja y una selladora. Hoy tiene cinco empresas y está terminando los trámites para comenzar a exportar a Paraguay. Botello es uno de los integrantes del Club Somos Uruguay.

¿Cómo fueron los inicios de Natural Bars?

Natural Bars arranca como un pequeño emprendimiento mío; yo en ese momento estudiaba la carrera de contador y necesitaba hacer algo para tener un poquito más de ingreso. Siempre fui un pro de la buena alimentación y del deporte, y empecé a hacer unas barritas para mí y las empecé a llevar al gimnasio; era una barra más grande, con todos los ingredientes a la vista, y en el gimnasio me empezaron a decir: “¿Por qué no hacés para vender? Me traés a mí y al profesor”. Hice unas bolsitas y arranqué a producir por encargo, unas 200 por semana; después alguien le dijo a Martín, el de la cantina del club, y él me propuso: “Felipe, ¿por qué no traés las barritas, les ponés una marca y un pegotín, hacés una cajita y las ponemos acá? Se van a vender como agua”. A la semana ya tenía la caja pronta; yo siempre fui de accionar rápido, pensar, desarrollar y ejecutar. Dejamos 50 barritas y se vendieron en dos días. Después él me dijo que tenía otra cantina, y recién ahí me di cuenta de que había una oportunidad y empecé a visitar quiosquitos y almacenes de Las Piedras.

¿Las barras tenían una característica única en cuanto a sus ingredientes, en relación a las otras que se ofrecían?

Sí, lo otro que había eran golosinas en forma de barra.

¿Cuál fue el primer gran obstáculo a superar?

Yo estaba en la cocina de mi casa y estaba colapsando: imaginate la miel, con todo el pegote; ya estaba en un punto en el que tenía 50 clientes y yo hacía todo; iba a Facultad, volvía, entregaba las barritas y de noche otra vez empezaba a hacerlas. En un momento dije: “Necesito ordenar esto”, y ahí fue cuando tomé la decisión de mudarme a un localcito de seis metros cuadrados con el baño incluido, y me fui a la Intendencia de Canelones a ver qué necesitaba para registrar el local. Arranqué con una heladera de mi madre, de las antiguas, una garrafa de tres kilos, cajas que me daba un amigo del supermercado, que le sobraban, una selladora de bolsitas, y la materia prima. Después hice los registros para poder vender en estaciones de servicio y supermercados, y luego cayó el primer distribuidor para Canelones y Santa Lucía. El primer pedido fue de 2.500 barras; me volvió loco: pasé de hacer 200 unidades por semana a 2.500, sin dejar de hacer las de siempre para seguir vendiéndoles a los consumidores que ya tenía. Ahí contraté a la madre de mi mejor amigo, Graciela, que fue mi primera empleada. Yo dejé de hacer la producción y empecé a salir a la calle para conseguir más clientes. A los dos meses llegó el primer distribuidor de Montevideo y me pidió 10.000. No habían pasado más de seis meses desde que había comenzado.

¿Cómo se siguió desarrollando el negocio y cómo fue el pasaje hacia una producción más industrial?

Empezaron a venir más distribuidores de Montevideo. Entonces tomé la decisión de alquilar una casona que era muy grande, en Las Piedras, que tenía una casa adelante, me mudé ahí para vivir y poder controlar el negocio. Ahí me encontré con mi segundo gran obstáculo, porque yo estaba envasando a mano. Imaginate envasar 10.000 barras una a una. Entonces ahí tomé una decisión muy importante, que fue la de ir a un banco a pedir un préstamo. Yo pertenezco a una familia de clase media, raspando la clase media, y somos mi madre y yo, entonces no tenía una espalda, no tenía a quién pedirle dinero.

¿Qué hiciste con el préstamo?

El Banco República en ese momento estaba con el proyecto República Microfinanzas y me dio unos 15.000 dólares, y con ese dinero compré una envasadora automática, y ahí empecé a desarrollarme, a sacar otros productos. Me empecé a desarrollar y cuando me quise acordar ya estaba en seis departamentos, y agarré una distribución grande con Sierras de Minas y me volvió a quedar chico todo. Tomé la decisión de meterme en otro préstamo, de 60, 70.000 dólares más, para comprar bañadoras y desarrollar productos nuevos, como alfajores de granola, galletas.

Yo estaba muy colapsado y conocí a Santiago Pereira, que era distribuidor mío; y luego le pregunté si se quería sumar en un porcentaje de la fábrica, porque me había dado una mano tremenda, y se transformó en mi socio. Él me apoyaba mucho en la parte comercial. Ya habían pasado tres años, fue todo muy rápido. Siempre traté de reinvertir el capital porque entendía que necesitaba maquinaria y tecnología para seguir creciendo.

¿Cómo los afectó la pandemia?

Fue el primer año que perdimos dinero, fue un año durísimo para todos. El último año, el 2021, empecé a viajar a Paraguay para poder exportar y nos mudamos a un predio que nos dio la fábrica de Punta Ballena; armamos la fábrica con unos 500 metros cuadrados y con bastante tecnología para lo que hay en Uruguay.

Hoy les vendemos a los 19 departamentos, estamos en las cadenas de supermercados y entre diciembre y enero empezamos a exportar a Paraguay. Esa es la historia de Natural Bars, una locura.

¿Por qué decidiste reinvertir y crecer, en vez de detenerte en una empresa pequeña que pudieras manejar solo?

Yo tengo dos problemas: no puedo quedarme quieto y me encanta crear. Entendí que el mercado uruguayo necesitaba de esa parte creativa, porque el mundo se estaba moviendo para un lado y nadie le estaba prestando atención, nosotros encontramos ese nicho. Dentro de ese nicho había —y hay— mucho por hacer; dejarlo por la mitad nos parecía una debilidad. La gente confía en nuestros productos y eso hace que vos no quieras parar; el dinero es importante para mí, pero lo que nos mueve es crear y darle al mercado cosas saludables que no hay.

Alta Cocina es una empresa de asesoramiento, servicios, fabricación, importación y ventas de máquinas comerciales para gastronomía, con más de 15 años de trayectoria. Su fundador, Danny Simón, habló con Somos Uruguay sobre el comienzo del emprendimiento, hijo de la crisis del 2002, y sobre cómo fue empezar de cero con 42 años.

¿Cuál es el origen de Alta Cocina como empresa?

 Empezamos de una forma muy particular. En el lugar donde tenemos la empresa teníamos un autoservice, y debido a la crisis del 2002 tuvimos que cerrar, y decidimos dejar toda la maquinaria, porque si la vendíamos no íbamos a solucionar nada. Ahí salí a trabajar: trabajé en el Géant para la multinacional Kraft Food, para impulsar las ventas, y después surgió la posibilidad de trabajar en Caras y Caretas, también para aumentar las ventas en los quioscos. Después de ese pasaje estuve un tiempo complicado en lo laboral, y fui a parar a la puerta de la Tienda Inglesa de 8 de Octubre y Raissignier; vendía caramelos… caramelos o lo que fuera: lo ponía en la mesa; hacía eso y feria. Un día no aguanté más, porque no se hacía un mango, entonces junté todo y me fui para mi casa y me puse a hablar con mi padre, que me dice: “Mirá que a veces a solución la tenés en la puerta de tu casa y no te das cuenta. ¿Por qué no te ponés a vender todo lo que tenés acá?”. Teníamos las cosas del autoservice, así que abrí la puerta y empecé a sacar las cosas para afuera. Los primeros dos días no vendí nada, y después empecé a vender; uno me ofreció 10.000 pesos por las góndolas, y yo se las tiré por la cabeza, porque no tenía un peso. Después un muchacho que tenía un almacén me dijo que le sobraba una cortadora de fiambre usada, si no la quería comprar; y dudé, pero la compré a 2.500 pesos. Cuando me aparecí con la cortadora, mi señora, Jaqueline, me decía que teníamos que vender, no comprar. Al otro día paró una camioneta y me preguntó cuánto valía. “Vale 5.000 pesos”, le dije. La enchufamos, comprobamos que anduviera. El hombre sacó 5.000 pesos del bolsillo y me los dio. Ahí empezamos.

¿Cómo se fue desarrollando el negocio?

Allí me di cuenta de que ese rubro a nosotros nos caía bien, entonces comenzamos a buscar otros artefactos para comprar y vender; primero cosas usadas, las reparábamos, las poníamos en buen estado y las vendíamos; hasta que surgió la posibilidad de comenzar a vender productos nuevos. Y ahí empecé a pensar cómo hacer para importar; no sabía nada, nadie me decía nada, no sabía por dónde arrancar.

¿Cómo se concretó la primera importación?

Fue como la ley de la atracción. Yo estaba trabajando, suena el teléfono y me dicen que quieren hablar conmigo de Turquía. Era alguien que quería tener una reunión, venía para Uruguay, Argentina y Paraguay, y nos eligió a nosotros, no sé por qué; nosotros ya teníamos página web y estábamos vendiendo un poquito más. Un día paró un remise, y era el turco —que hablaba mejor español que todos nosotros—. Con él y otra persona más trajimos esa mercadería de Turquía, y fue como tocar el cielo con las manos.

Le pedí a mi señora a ver si se animaba a dejar el trabajo en Arcor, ella me creyó y se vino a trabajar conmigo, y ahí fuimos creciendo un poquito más.

¿Cómo era el precio de los productos de Turquía para nuestro mercado?

 Era una mercadería muy buena: freidoras, heladeras bajo mostrador, hornos y lavavajillas; todas máquinas muy buenas, pero eran caras y se vendían muy lentamente. Yo había conocido a una muchacha que recién había empezado a trabajar en una empresa de transporte, y ella me orientó para traer la mercadería de Turquía.

¿Tuvo que pedir financiamiento para hacer la importación?

No, me acuerdo de que había llegado a tener 30.000 dólares, y eso lo puse todo en la mesa para traer la mercadería, y no dio los frutos que tenía que dar porque se vendió muy despacio; la plata no la perdés, pero no es lo mismo vender lento que vender rápido.

¿Cómo fueron creciendo luego de esa primera importación?

 Internet nos abrió muchas puertas. Cuando yo me inicié, Mercado Libre era muy democrático, vos peleabas ahí con cualquiera, contra las empresas más grandes; y entonces veían un producto tuyo y lo compraban, y recién ahí salían los datos. Ahí pudimos vender y empezar a hacernos conocer. Empezamos a vender a lugares mercadería que fabricábamos nosotros, mesas de acero, que era lo que más vendíamos y lo que traían otros importadores. Surgieron algunos problemas con los fabricantes de acá porque nos vendían a veces al mismo precio que al consumidor final; entonces volví a pensar en importar cocinas industriales, y empezamos a traerlas de Argentina. Ellos después de la pandemia no pudieron exportar más y hoy somos representantes de otra marca de Argentina.

¿Cómo se conforma hoy la empresa?

 Yo soy el único varón. Trabajamos con Jaqueline, que es la encargada de negocios internacionales y administración; Romina, responsable de ventas y administración; Sabrina, de ventas y community manager; Silvia, que es asesora general, y Fabiana, de ventas y relaciones públicas.

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