Análisis y Diálogo
Nuevo Gobierno

Primero el país

Con el foco puesto en los acuerdos y el espíritu republicano, Yamandú Orsi asumió la Presidencia de Uruguay reafirmando su compromiso con un gobierno de consensos. En un contexto global marcado por la incertidumbre y el proteccionismo, el nuevo mandatario llamó a priorizar los intereses nacionales por sobre las diferencias partidarias y a fortalecer la integración regional como única vía posible para resistir los embates del nuevo orden internacional.
por Mario Lev 30-06-2025
Yamandú Orsi asumió la Presidencia de Uruguay reafirmando su compromiso con un gobierno de consensos. Pixabay

El gobierno encabezado por Yamandú Orsi se puso en marcha. En la misma tónica de su campaña electoral, el nuevo mandatario marcó desde el comienzo, en su discurso inaugural, que intentaría un gobierno de consensos, no solo porque así lo impone el resultado electoral, puesto que la administración frenteamplista tiene mayoría propia en el Senado pero no en la cámara baja, sino por su propia visión del país como parte de un proceso de construcción en el que todos los partidos y todos los sectores empresariales y sociales han participado como protagonistas, y deberán seguir haciéndolo. 

Destacó, al cumplirse 40 años de la asunción del primer gobierno democrático posdictadura, que durante estas cuatro décadas, cada cinco años, los ciudadanos eligieron a sus gobernantes, en una fiesta cívica que enorgullece a la República, y destacó el rol que los partidos políticos desempeñan. "Este es un país de partidos políticos, de alternancia en el poder y de acuerdos". 

Orsi subrayó que solo una síntesis de republicanismo con partidos políticos sólidos puede lograr que trabajadores, profesionales y empresarios accedan a cargos de conducción a partir de la decisión de la ciudadanía, y añadió que su gobierno "llega precedido de esa acumulación positiva, y es mi deber, además de mi convicción, cultivarla en distintos planos de la vida nacional". 

Gracias a esa acumulación, se han conquistado cada vez más derechos, más desarrollo cultural, artístico y científico; el país pudo superar su peor crisis económica a través del diálogo, y cada vez más jóvenes del interior del país acceden a una educación terciaria y gratuita, indicó. 

"No llegamos al gobierno con la lógica de imponer y, personalmente, me rebelo contra ese supuesto país de las dos mitades, donde quien gana recurre al ordeno y mando y la otra parte debe estar poco menos que condenada a obedecer bajo protesta". 

Del lado opositor también se expresó una voluntad de no entorpecer sin razón la actividad del gobierno, y de ser siempre una oposición responsable. 

Era inevitable, y más aún ante la cercanía de una nueva puja electoral de gran importancia, como las elecciones departamentales, que no todas fuesen rosas, ni de un lado ni del otro. Pero a nivel de las cabezas dirigentes, se ha mantenido en lo sustancial un tono de moderación que deja espacio para construir los acuerdos nacionales que tantas veces se han reclamado como necesidad imperiosa para el progreso del país. 

La realidad es siempre, sin embargo, más rica y llena de sorpresas que cualquier previsión. La asunción de Donald Trump como presidente de Estados Unidos profundizó las tendencias proteccionistas y de nacionalismo conservador que venían ya manifestándose con fuerza en todo el mundo. 

Y la guerra arancelaria global desatada a comienzos de este mes de abril, que está en pleno desarrollo y nos sorprende cada día con nuevos y siempre más inquietantes episodios, genera una incertidumbre que ha hecho tambalear los mercados de capitales y las bolsas de todo el mundo, y arriesga con hacer saltar los equilibrios comerciales que han regido el mundo desde el fin de la Segunda Guerra Mundial. 

Es claro que nadie, al lanzar esta guerra comercial unos y al responder con contramedidas otros, pensó en golpear a nuestro país. Es una guerra entre gigantes, y el resto somos meros observadores. Incluso algunos especialistas han avizorado, en medio de la tormenta, algunos elementos que podrían favorecernos. 

Pero es una verdad que nadie discute que en una guerra comercial todos pierden, y principalmente pierden los más pequeños y débiles. A países como el nuestro les favorecen siempre las economías abiertas, la posibilidad de comerciar con todos, de negociar y alcanzar acuerdos. Y no hay duda de que en un mundo en el que los más poderosos presionen y amenacen, y obliguen a los más débiles a aceptar sus términos sin discusión, Uruguay estará en serios problemas. 

En este panorama cobra más valor aún lo del principio. En un período que hoy ya es muy complicado, y que puede volverse mucho más complicado aún, es esencial poner los intereses del país por delante, dejar de lado las diferencias menores y defender lo que más importa. 

Y si esto vale a nivel nacional, tanto o más importa en lo regional. Juntos, los latinoamericanos seguiremos siendo pequeños en comparación con las grandes potencias, pero tenemos otras posibilidades de resistir la tempestad. No hay opción de salvarse solos. 

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