Una mirada necesaria al personal de salud en Uruguay

Sofía González Balduini

7 Noviembre de 2025
Foto: Intendencia de Maldonado
Foto: Intendencia de Maldonado

En Uruguay, cerca del 3 % de la población se desempeña en el sector salud. Aunque pueda parecer una cifra menor, hablamos de decenas de miles de personas que día a día tienen la enorme responsabilidad de velar por el bienestar del 100 % de los habitantes del país. Médicos, licenciados, enfermeros, auxiliares, técnicos, administrativos y personal de apoyo conforman una red que sostiene, en silencio y con dedicación, uno de los pilares fundamentales de nuestra sociedad: la salud.

Sin embargo, detrás del compromiso y la vocación, existen desafíos que amenazan el bienestar de quienes cuidan a los demás. Uno de los más visibles (y mantenido en el tiempo) es el multiempleo, una realidad extendida entre los profesionales del sector. La necesidad de trabajar en varios centros para alcanzar un ingreso digno, sumada a jornadas extenuantes y traslados continuos, termina por afectar no solo la calidad del descanso, sino también la capacidad de atención, reflexión y empatía en los espacios asistenciales.

A esto se suman las condiciones laborales desiguales, con brechas entre el sistema público y el privado, vínculos laborales inestables, sobrecarga de tareas administrativas, y escasa participación del personal en la toma de decisiones. Todo ello conforma un terreno fértil para el desarrollo del burnout o síndrome de desgaste profesional, una afección psicosocial cada vez más frecuente en los equipos de salud, caracterizada por agotamiento emocional, despersonalización y una sensación de ineficacia crónica.

En este escenario, resulta urgente y estratégico avanzar hacia una cultura organizacional que cuide activamente a los que cuidan. No solo por una cuestión de justicia y derechos laborales, sino también porque el bienestar del personal de salud es una condición esencial para la calidad asistencial. Un sistema que protege, escucha y valora a su equipo humano es, en definitiva, un sistema que puede responder mejor, prevenir más, y sanar con más eficiencia a sus usuarios.

Cuidar la salud del país empieza por cuidar la salud de quienes la sostienen. Invertir en su formación continua, garantizar espacios seguros, promover el autocuidado, fomentar el reconocimiento profesional y rediseñar los entornos laborales con enfoque humano, no son lujos, sino decisiones inteligentes y sostenibles que impactan en toda la población.

Porque si algo nos dejó claro la pandemia, es que no hay desarrollo posible sin salud. Y no hay salud posible sin personal sano, contenido y valorado. Apostar por ellos es, sin duda, apostar por lo más importante que tenemos como humanidad.

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