El valor de sentirse valioso: cuando reconocer al otro transforma organizaciones

Verónica Morin por Verónica Morin

3 Diciembre de 2025
Imagen ilustrativa: Meta IA
Imagen ilustrativa: Meta IA

"Everyone needs to be valued. Everyone has the potential to give something back."

Hay frases simples que contienen verdades profundas. Esta, en particular, nos recuerda algo esencial para la vida humana —y todavía más para la vida laboral: todas las personas necesitan sentirse valoradas y todas tienen, en mayor o menor medida, algo para aportar. No se trata de romanticismo; se trata de neurociencia, de motivación y de sentido de pertenencia.

El valor como necesidad biológica

Sentirse valorado no es un mimo emocional: es una necesidad neurobiológica.
Diversas investigaciones muestran que el reconocimiento activa en el cerebro circuitos vinculados con la oxitocina, la dopamina y el bienestar social, disminuyendo la respuesta de estrés y aumentando la motivación intrínseca. Cuando alguien se siente visto y apreciado, su sistema nervioso sale del modo de amenaza y entra en un modo de apertura, creatividad y participación.

En entornos laborales, esto se traduce en mejoras claras: más compromiso, menos ausentismo, mayor cooperación y un ambiente emocionalmente seguro. Las organizaciones que reconocen el valor de las personas no solo retienen talento: lo despiertan.

El potencial de contribuir: una fuerza silenciosa

Todos tenemos el deseo —y la capacidad— de contribuir.
Contribuir es una forma de afirmación interna: "lo que hago importa". Cuando una persona siente que agrega valor, su identidad se fortalece, su autoestima se eleva y su nivel de energía se organiza.

El gran desafío de las organizaciones es no pasar por alto este potencial. A veces, el talento está, pero no se mira. O no se escucha. O no se invita. Y, en esos silencios, se pierde la oportunidad de que emerjan iniciativas, ideas, liderazgo y soluciones.

Potenciar la contribución no implica exigir más; implica abrir espacios, ofrecer confianza y validar que la voz del otro importa.

Liderar desde el reconocimiento

Un liderazgo que reconoce el valor de las personas no es blando; es inteligente.
Un líder que mira, escucha y valida no solo gestiona tareas: gestiona humanidad. Y la humanidad no es un detalle: es el motor de la productividad sostenible.

Reconocer no es halagar:
- Es dar feedback real.
- Es agradecer el esfuerzo.
- Es señalar avances.
- Es confiar.
- Es permitir equivocarse sin castigo.
- Es generar entornos donde cada persona pueda "dar algo de vuelta".

El reconocimiento crea cultura. La cultura sostiene resultados.

Construir organizaciones que valoran

Si queremos construir organizaciones más humanas, más sanas y más sostenibles, debemos volver a esta idea básica: las personas necesitan sentirse valiosas. Y cuando lo logran, dan más, crean más, colaboran más y se comprometen más.

No hay estrategia de innovación, retención o productividad que pueda compensar la falta de un clima donde las personas se sientan apreciadas.

El valor es el punto de partida.
La contribución, la consecuencia natural.
La cultura, el resultado de ese círculo virtuoso.

Porque, al final, cuando alguien se siente valorado, siempre tiene algo para dar de vuelta —y eso es lo que transforma equipos, empresas y sociedades enteras.

Bibliografía
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