Por AUDER
Ing. Agustín Labandera MBA
Director adjunto de AUDER
Movilidad Sostenible
¿Qué pasaría si cada vehículo eléctrico en Uruguay fuera también un V2G?
La movilidad eléctrica en Uruguay ya dejó de ser un concepto futurista: hoy es una realidad en expansión. El parque automotor eléctrico crece año a año, impulsado por la generación renovable, los incentivos fiscales y la red de carga pública de UTE que se extiende por todo el país. Pero hay un concepto del que se habla poco y que promete dar un salto aún mayor: el Vehicle to Grid (V2G).
La idea es simple y poderosa: un vehículo eléctrico no solo consume energía para trasladarse, sino que también puede devolverla a la red. En otras palabras, cada auto se convierte en una batería rodante que ayuda a estabilizar el sistema eléctrico. Si consideramos que la mayoría de las baterías de los vehículos hoy en día superan los 40 kWh de capacidad, y que el 90 % de la población en las ciudades se traslada menos de 60 km por día, podemos suponer que dichas personas disponen de más del 80 % de su capacidad de almacenamiento a diario. ¿Por qué no aprovechar este almacenamiento disponible?
Una visión de futuro
Imaginemos Uruguay en 2035: miles de autos eléctricos están conectados a la red en sus tiempos ociosos. ¿Sabías que se estima que un vehículo está estacionado el 85 % del tiempo?
Durante la noche y madrugada, los vehículos se cargan en los garajes de apartamentos y casas, gracias a la disponibilidad de energía eólica abundante y barata. Luego de desplazarse hacia la actividad diaria, al mediodía, parte de esa energía se libera a la red, ayudando a cubrir el consumo de oficinas, comercios e industrias.
En la tarde, cuando el consumo doméstico se dispara, los autos vuelven a aportar de su energía, reduciendo la necesidad de encender centrales térmicas para satisfacer la demanda. Nuevamente se conectan los vehículos en la noche y, al día siguiente, cada conductor arranca con su vehículo cargado y listo para viajar, sabiendo que no solo cuida el ambiente, sino que también es parte activa del sistema eléctrico nacional.
¿Cómo funciona el V2G?
Los vehículos eléctricos están equipados con baterías de gran capacidad. Por ejemplo, un auto con batería de 40 kWh puede almacenar más energía que la que muchas viviendas consumen en varios días. Con la tecnología V2G, definida en la norma ISO 15118, esa energía no queda limitada al uso del propio vehículo: mediante cargadores bidireccionales, puede descargarse de nuevo hacia la red eléctrica o usarse para alimentar un hogar o una empresa.
Esto permite tres usos principales:
- Apoyo a la red en picos de demanda: el auto inyecta energía en las horas de mayor consumo, reduciendo la necesidad de encender generación de respaldo. Este funcionamiento, llamado peak shaving, permite también minimizar los costos asociados a la disponibilidad de la potencia.
- Almacenamiento distribuido: miles de vehículos conectados funcionan como un "banco de baterías" descentralizado, como una "planta de generación virtual" capaz de responder en segundos a variaciones de la generación renovable.
- Respaldo energético: el usuario puede usar su auto para dar energía a su casa durante un apagón o para ahorrar en la factura de UTE cargando en horarios valle y consumiendo esa energía en horario punta.
El contexto uruguayo: una oportunidad única
Uruguay tiene una ventaja estratégica respecto a muchos países: el 98 % de su electricidad
proviene de fuentes renovables. Eso significa que la energía que cargarían los vehículos
eléctricos es, en su mayor parte, limpia y local. Por cada kilómetro recorrido en un vehículo eléctrico hay una reducción real de emisiones de CO2, por sustituir directamente un combustible fósil.
Sin embargo, la renovable tiene un desafío: la variabilidad. La generación eólica, por ejemplo, depende del viento, que no siempre coincide con los momentos de mayor consumo. Lo mismo ocurre con la solar fotovoltaica. Aquí es donde entra en juego el V2G: los autos podrían almacenar energía eólica durante la madrugada, cuando sobra, y liberarla al sistema en la tarde, cuando la demanda es más alta y pueden escasear el viento y el sol.
En otras palabras, Uruguay podría usar los vehículos eléctricos no solo como medio de transporte sustentable, sino como una herramienta de flexibilidad energética.
El escenario en números
Pongamos algunos números para imaginar este futuro. Hoy Uruguay tiene alrededor de 10.000 vehículos eléctricos (incluyendo autos, utilitarios y buses). Supongamos que en los próximos diez años llegamos a 200.000 vehículos eléctricos, una meta ambiciosa pero posible si la tendencia actual se acelera.
Si cada vehículo tuviera una batería promedio de 40 kWh, eso representaría 8 GWh de almacenamiento distribuido, del cual suponemos disponible el 80 % de la capacidad del 90 % de los vehículos. Esto significa 5,76 GWh disponibles para intercambiar energía con la red.
Para ponerlo en perspectiva, recordemos que la demanda máxima del sistema eléctrico uruguayo registró su pico de 2.507 MW en una ola de calor en marzo de 2025. Con 200.000 autos eléctricos V2G, podríamos sostener 2,3 horas el consumo nacional máximo registrado solo con sus baterías. Esto equivaldría a tener varias represas de Salto Grande en versión "rodante", distribuidas en hogares, empresas y rutas.
Potenciales beneficios económicos y sociales del V2G
Ahorro en inversiones de respaldo
Hoy, cuando la demanda se dispara, podemos requerir utilizar nuestras centrales térmicas de respaldo que son más caras y contaminantes. Con un buen uso del V2G los autos podrían cubrir esos picos, evitando gastos millonarios para el país.
Ingreso para los usuarios
El propietario del vehículo podría comprar y vender la energía almacenada en su batería a la red, generando un ingreso adicional. Esto transformaría la movilidad en un activo financiero para los usuarios.
Mayor resiliencia de red
En caso de cortes de energía o emergencias, un barrio con varios vehículos eléctricos podría mantener servicios esenciales operativos gracias a la energía compartida.
Equidad territorial
En localidades alejadas, donde la red es más débil, un buen uso de V2G podría ser una solución más rápida y barata que reforzar las líneas de distribución.
Desafíos para que el V2G sea realidad en Uruguay
Aunque el potencial es enorme, todavía hay barreras que superar.
Tecnología. Se necesitan cargadores bidireccionales certificados y vehículos compatibles, algo que recién empieza a expandirse. Los principales fabricantes se encuentran hoy en etapas de desarrollo y prueba de la tecnología para que sea segura y confiable.
Regulación. Hace falta un marco normativo que permita a los usuarios inyectar energía a la red, definir precios y garantizar la seguridad del sistema. Si bien UTE lanzó un capítulo en el Reglamento de Baja Tensión para el uso de baterías, no está trabajado en particular el caso de baterías de vehículos con sus particularidades. Si uno quisiera utilizar V2G para abastecer más que un solo padrón, se debería implementar un protocolo de smart grid para poder tener sectores trabajando en isla de forma segura.
Tarifas. Para que la tecnología sea atractiva para los usuarios, UTE podría implementar esquemas de precios que incentiven a los usuarios a cargar y descargar en momentos óptimos con un arbitraje dinámico según oferta y demanda.
Confianza en las baterías. Los usuarios temen que el uso intensivo desgaste más rápido sus baterías, aunque estudios recientes muestran que, gestionado correctamente, el impacto es mínimo o incluso positivo.
Conclusión
El Vehicle to Grid puede transformar la movilidad eléctrica en Uruguay en algo mucho más grande que un cambio de motores de combustión por eléctricos. Puede convertir a cada vehículo en un pilar del sistema energético renovable, aportando flexibilidad, resiliencia y ahorro.
El país ya tiene la base hecha: una red eléctrica confiable, de alta disponibilidad con alta penetración renovable y una política de apoyo a la movilidad eléctrica. El siguiente paso es pensar al vehículo eléctrico no solo como un consumidor, sino como un actor del sistema eléctrico.
Si cada auto eléctrico uruguayo fuera V2G, estaríamos un paso más cerca de un futuro en el que transporte, energía y sostenibilidad se entrelazan para beneficio de toda la sociedad.