En este proceso, demostramos que economía y ambiente no son antónimos: es posible desacoplar el desarrollo económico de la contaminación, impulsando una matriz energética que fortalece la competitividad del país sin comprometer el medio ambiente. Este logro nos permite pensar en la energía de manera integral y proyectar un futuro en el que no solo producimos electricidad limpia, sino que también la utilizamos de manera eficiente y consciente, transformando la manera en que vivimos y nos movemos.
En UTE, sabemos que la sostenibilidad es un principio que guía el desarrollo de sociedades, economías y empresas. Entendemos el desarrollo sostenible como la satisfacción de las necesidades de las generaciones actuales, sin perjudicar o comprometer a las futuras, equilibrando tres dimensiones fundamentales: la social, la económica y la ambiental. Esto significa que cada proyecto que emprendemos, desde sus etapas iniciales hasta su ejecución, considera su impacto en las personas, en la economía y en el entorno natural.
Esta visión integral nos permite avanzar con determinación hacia un futuro más responsable y resiliente, donde la energía limpia y eficiente es un pilar para el bienestar de todas y todos los habitantes del país. A su vez, UTE actúa como un vector de descarbonización, es decir, como un motor para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero. La descarbonización es clave para combatir el cambio climático y para asegurar la calidad de vida de las futuras generaciones.
Cada paso hacia un sistema energético más limpio y eficiente contribuye a minimizar nuestra huella ambiental y a posicionar a Uruguay como un referente en sostenibilidad en un mundo que demanda cada vez más energías limpias.
La movilidad eléctrica como camino hacia la descarbonización
En Uruguay, el transporte representa una de las principales fuentes de contaminación y de uso de combustibles fósiles. Allí es donde la transformación energética adquiere un nuevo sentido: utilizar una matriz eléctrica mayoritariamente renovable para impulsar vehículos más limpios, silenciosos y eficientes, capaces de mejorar la calidad de vida en nuestras ciudades.
Al mismo tiempo, la electrificación del transporte implica un cambio profundo en la manera en que concebimos la movilidad. No solo implica reemplazar motores de combustión por motores eléctricos, sino también repensar la infraestructura, los hábitos de carga, la relación entre ciudadanos y energía y la planificación de nuestras ciudades.
Desde UTE, acompañamos esta transición con soluciones de carga seguras y accesibles, que incluyen la instalación de puntos de recarga en hogares, comercios y espacios públicos.
Descarbonizar la economía
De hecho, instalar cargadores eléctricos en todo el país es una acción concreta y necesaria, pero su sentido real va mucho más allá de lo operativo. No se trata de colocar una determinada cantidad de equipos como fin en sí mismo, sino de entender que cada cargador es una herramienta para descarbonizar la economía, porque electrificar el transporte significa atacar la base misma de las emisiones.
El objetivo no es contar cuántos puntos de carga hay, sino avanzar hacia un modelo energético y productivo más limpio, inclusivo y sostenible. Anteriormente, el aspecto ambiental era visto muchas veces como un requisito a cumplir, pero hoy se plantea desde otro lugar: como un paradigma. La sostenibilidad no se limita a cambiar la
matriz energética y cuidar el medioambiente: también implica generar proyectos que fortalezcan a las comunidades, que hagan más eficiente el uso de la energía y que mejoren la calidad de vida en su conjunto.
En ese marco, la movilidad eléctrica aparece como una consecuencia de esta visión, no como el punto de partida. Una movilidad más limpia contribuye a construir una sociedad más justa y equilibrada, donde incluso se reducen problemas de salud pública asociados a la contaminación, como las enfermedades respiratorias. Por eso, la instalación de cargadores, la electrificación del transporte colectivo y la promoción del vehículo eléctrico individual deben entenderse como medios para alcanzar un bien mayor: la sostenibilidad y la descarbonización de Uruguay.
El rol del transporte público
Si bien la movilidad eléctrica ha ganado visibilidad gracias a los vehículos particulares, es importante entender que su electrificación es un medio para avanzar hacia la descarbonización. Cada kilómetro recorrido con energía limpia representa un aporte al equilibrio ambiental, pero el verdadero efecto se multiplica cuando el cambio se aplica a gran escala.
En este sentido, el transporte colectivo eléctrico se convierte en el factor de mayor impacto ambiental y social. Electrificar flotas de transporte público permite reducir significativamente las emisiones de gases de efecto invernadero, mejorar la calidad del aire en nuestras ciudades y ofrecer alternativas de movilidad más sostenibles para todos los ciudadanos. Así, la energía limpia deja de ser solo un recurso y se transforma en un instrumento para mejorar la vida cotidiana y
consolidar un sistema de transporte más eficiente y responsable.
La responsabilidad individual como aporte colectivo
La movilidad eléctrica también se afianza en el plano individual a través de la carga en el hogar. En este camino, el punto de carga en casa aparece como una alternativa natural: permite aprovechar los tiempos muertos de la rutina, como la noche o las horas en que el auto está detenido, y brinda la tranquilidad de empezar cada jornada con la batería completa.
Así, este hábito se vuelve parte de la responsabilidad vial: no solo implica previsión, sino que también brinda comodidad, seguridad y ahorro de tiempo.
A tal efecto, el Plan Inteligente de UTE acompaña a las personas con tarifas diferenciadas que premian la carga en horarios de menor demanda, impulsando un uso más eficiente de la red y un ahorro económico directo para las familias.
Sin embargo, sabemos que no todas las personas cuentan con garaje o un lugar para instalar su propio cargador. Por eso, los cargadores públicos siguen siendo un complemento fundamental para garantizar la equidad en el acceso a la movilidad eléctrica, especialmente en edificios, zonas
urbanas densas y rutas interdepartamentales.
Desde UTE, reconocemos la transformación del parque automotor y, por lo tanto, hemos redoblado esfuerzos: en este año se instalaron el doble de cargadores de lo que estaba previsto inicialmente.
UTE: motor de cambio
La movilidad eléctrica es mucho más que una innovación tecnológica: es la expresión de un modelo de desarrollo que integra lo social, lo ambiental y lo económico. Un modelo que entiende que el progreso no tiene por qué estar en tensión con el cuidado del planeta, sino que puede y debe caminar de la mano con él.
El desafío hacia adelante está en seguir fortaleciendo la red de carga, especialmente en el interior del país y en fechas de alta movilidad como fines de semana o feriados, asegurando que la autonomía creciente de los vehículos eléctricos se vea acompañada de una infraestructura que
brinde confianza y respaldo en todo momento.
Ese es el rumbo que Uruguay ha elegido y en el que UTE cumple un rol esencial como motor de cambio. Lo que celebramos no son solo nuevos cargadores ni más autos eléctricos circulando, sino la certeza de estar construyendo, juntos, un país más sostenible, justo y saludable para las generaciones presentes y futuras.