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La directora ejecutiva de Cempre conversó con Somos Uruguay Revista sobre la primera Expo Uruguay Sostenible, los desafíos que tiene el país ante un alto nivel de exigencia en materia de avances en políticas ambientales y el trabajo de la organización para investigar, capacitar y promover la reducción y el reciclaje de residuos basándose en la economía circular.
¿Cómo evalúan la participación de Cempre en la primera Expo Uruguay Sostenible?
Haber estado en la Expo nos ayudó a tener un espacio en conjunto con otras organizaciones con las que uno, en el día a día, no tiene tiempo de mantener charlas, y estábamos todos ahí, éramos todos vecinos de stand. También nos conectó con los emprendedores, con intendencias; estuvo buenísimo porque era como una cápsula de nuestra realidad, pero en poquitas cuadras.
La experiencia misma de haber hecho el stand la tomamos como una oportunidad para mostrar nuestra misión, y lo que nosotros entendemos que tiene que tener un lugar a la vista de la ciudadanía.
Ya teníamos idea de hacer algo en conjunto con las cooperativas con las que trabajamos en clasificación de residuos y promoviendo la reducción y reciclaje. Se nos ocurrió acercarnos a una cooperativa y sumar la clasificación de residuos con el arte. Entonces llevamos a una artista que hace específicamente diseños y murales con residuos, la incluimos en el proceso, pensamos en conjunto con la planta de clasificación qué se podía mostrar del proceso y si podía tener alguna utilidad, si a partir del mural podíamos tener algún mensaje para dar a la ciudadanía.
Nos metimos a ver qué residuos, de los que llegan a la planta, eran reciclables y cuáles no. La idea era tomar los residuos que la ciudadanía en general piensa que sí son reciclables, ponerlos en un mural, pintarlos para que quede algo lindo a la vista, y después, a partir de eso explicar a la gente que se acercaba al stand cuál era el proceso de clasificación.
Nos propusimos hacer el ejercicio de pensar y preguntar: “De todo esto que ves acá, ¿qué pensás que es reciclable y qué parte pensás que no es reciclable?”. La gente iba señalando, y los chicos de la cooperativa —que obviamente la tienen hiperclara— le decían: “Esto que vos te pensabas que sí, no es reciclable; esto tampoco”. Si ellos dicen que va al vertedero, es así.
¿Qué otros aspectos de la Expo son destacables?
Aprovechamos para hacer el lanzamiento de la aplicación ¿Dónde reciclo?, que desarrollamos con DATA, que básicamente muestra a dónde llevar los materiales reciclables. ¿Dónde reciclo? es una plataforma que puede hablar con otras plataformas; incluso, la idea es que, por medio de datos abiertos, integre muchas funcionalidades y muchos programas en Uruguay.
¿La aplicación alcanza a todo el país?
Sí, con el nuevo convenio llegamos a las 19 intendencias, y además tenemos “dónde composto” y “dónde reutilizo”, por medio de mapeo de emprendedores. Eso está operativo, nos falta cargar algunos datos, lo mismo con el mapeo de emprendedores y organizaciones, ya que siempre hay nuevas y siempre hay que sumar alguna más.
¿El sector tiene necesidad de juntarse?
Sí, como en Uruguay todo lo que tiene que ver con la gestión de residuos está descentralizado, cada intendencia tiene su forma de manejar los residuos y a la vez hay emprendedores que también lo hacen. Vos estás en tu casa y no sabés qué organización pasa por allí, o dónde llevar las cosas y qué ocurre con los residuos. Lo que hace la aplicación es integrar información que está dispersa, la nuclea en una sola plataforma.
¿Desde cuándo está operativa la plataforma?
En el 2013 DATA empezó con el proyecto y en el 2016 nos subimos nosotros, y de ahí tuvo varios cambios; la idea es ir sumando. Ahora hay información para clasificadores, el paso a paso del proceso de formalización de los clasificadores. Entendemos que existen otros problemas detrás de la informalidad, y no es un tema de que la gente no cumpla con los documentos. Hicimos la prueba de llamar a la oficina correspondiente, como interesados, diciendo: “Soy clasificador y quiero formalizarme”, para saber qué tan fácil es para un clasificador formalizarse; y fácil no es.
¿Les sorprendió el tipo de público que llegó a la Expo?
Nosotros hicimos una encuesta con Equipos Consultores que se llamaba “Cultura de reciclaje en Uruguay”, preguntamos específicamente por temas asociados a gestión de residuos y dio que hay un gran interés y que se lo conecta con cuestiones ambientales, porque muchas veces es un tema de limpieza.
En la encuesta lo identificaban rápidamente con un tema medioambiental y eso está buenísimo. Aumentaba el interés, por ejemplo, cuando se lo asociaba a la creación de empleo, cuando vos preguntabas: “¿Sabés que el hecho de que vos clasifiques hace que haya trabajo? ¿Esto influye en tu decisión a la hora de separar?”. Y aumentaba el interés. Ese dato fue lo que hizo que nosotros pensáramos en mostrar en el mural la creación de valor detrás de cada separación de residuos.
¿Qué otro aspecto destaca de la Expo?
Creo que mostró inclusive los desafíos que se plantean al momento de pensar en eventos sustentables. La Expo tenía un protocolo, no se generaron residuos: si querías tomar algo, tenías que pedir un vaso, y después había que acordarse de lavar el vaso en casa para volver al otro día. Quizás uno piensa la sustentabilidad o el reciclaje a nivel ideal, “estaría buenísimo que todo fuera reutilizable”; y después, cuando lo ves en la práctica, tenés el desafío de “acordarte de llevar la taza”, y la Expo lo bajó a ese nivel práctico que para mí fue hiperinteresante.
Hablemos de Cempre como organización. ¿Cómo empezaron, y concretamente qué hacen?
Somos una organización no gubernamental activa desde 1996. Básicamente el propósito que tiene es promover la reducción y el reciclaje de residuos con base en la economía circular. Una de nuestras líneas de trabajo es la investigación. Vamos identificando dónde hay brechas relacionadas con conocimiento específico de economía circular, y ahora estamos trabajando en la creación de un lenguaje común, porque hay muchos términos que no se usan de la misma manera; vamos pensando cómo capacitar a la gente y cómo comunicarlo y cómo difundir los términos, entendiendo que a partir de la terminología uno puede construir planes de acción; porque si no nos entendemos, no vamos a avanzar.
Con el proyecto Rivera Composta, por ejemplo, generamos una línea de trabajo específico de ver si a partir del compostaje cambiaban los hábitos y las actitudes de las familias que participaron del piloto. La gente de Equipos Consultores hizo mediciones y se fijó si en función de un cambio chico se generan otros cambios importantes en lo que tiene que ver con medio ambiente y hábitos culturales.
Otro eje es el que se vincula a la capacitación en economía circular. Intentamos que las capacitaciones sean a nivel práctico, porque entendemos que, si no lo bajás a tierra, el concepto de la economía circular es algo lindo de decir, pero nadie lo va a comprender.
Tenemos junto con la Cámara de Comercio e Industria Uruguayo-Alemana 30 alumnos con 15 mentores, que son empleados de empresas que avanzaron en economía circular, consultores o gente que tiene mucho conocimiento de la economía circular, que apoyan a esos alumnos en la generación de un proyecto, y sumamos a cinco docentes. Cada uno de los alumnos tiene que generar un proyecto que se va a presentar ante un jurado, y ese jurado va a definir tres ganadores, y los ganadores se van a Alemania por 15 días.
Otro eje es política pública, entendiendo que todos los desafíos que van surgiendo, en definitiva, tienen que verse volcados a nivel normativo, impulsados por el gobierno.
¿Cuáles son los ámbitos de intercambio allí?
Hay algunas mesas ya conformadas para el Plan Nacional de Gestión de Residuos. Hay una mesa de trabajo que es la Comisión Técnica Asesora de la Protección del Medio Ambiente. Nos fuimos reuniendo una vez por semana —en algunos momentos con más frecuencia—, se fueron dando aportes, que eran tomados desde el Ministerio de Ambiente, e inclusive en un documento en la instancia final nos dieron la posibilidad de poner por escrito todas nuestras observaciones y se tomaron las sugerencias de muy buena manera, y varias de ellas se incorporaron en el Plan Nacional.
Hoy día nos juntamos cada seis meses, aunque pedimos que se acorte un poco el plazo porque ver cada seis meses la ejecución de un plan nacional es como a modo informativo, pero falta la construcción colectiva. Con las intendencias no tenemos una metodología propia, pero tenemos un muy buen relacionamiento, vemos que hay una preocupación real por el tema y se está trabajando en ello.
¿Hay una preocupación genuina por el tema ambiental en el sector público?
Mi sensación, cuando uno mira las políticas públicas, es que los cambios se dan a largo plazo, y acá se están exigiendo cambios inmediatos en todo lo que tiene que ver con sustentabilidad. Es como que la exigencia es: “Decime específicamente cuánto mejoraste la tasa de recuperación”, y la presión es cada vez más grande; está pasando en todo el mundo y hay que estar a la altura.
Hace menos de un mes, habíamos aplicado para un fondo de la Agencia Nacional de Investigación e Innovación, junto con DATA, Bisnext y Global Uy, y ganamos el desafío: hicimos un mapeo de los actores vinculados con la gestión de residuos y llamamos a cada uno para definir los puntos de oportunidad, para después traducir la información en una aplicación, y que desde ahí se pueda llevar la trazabilidad de los residuos posindustriales. Si hablabas de esto hace dos años, decías: “No va a pasar”. Y ahora se está haciendo.