¿Por qué quienes nacieron entre 1950 y 1970 muestran mayor bienestar emocional?
En un contexto global atravesado por la aceleración, la hiperconectividad y la sobreestimulación constante, diversos estudios en psicología comienzan a señalar un fenómeno llamativo: las personas nacidas entre 1950 y 1970 parecen atravesar una etapa de mayor bienestar emocional, equilibrio interno y capacidad para tomar decisiones con calma.
Informes recientes difundidos por medios especializados, analizan cómo la educación recibida, el entorno social y el desarrollo tecnológico influyen de manera decisiva en las habilidades emocionales y cognitivas de cada generación. En este análisis comparativo, las generaciones más jóvenes —como la generación Z y la generación alfa— aparecen crecientemente expuestas a dificultades vinculadas a la atención sostenida, la tolerancia a la frustración y la paciencia.
Menos estímulos, más regulación emocional
Quienes hoy tienen entre 55 y 70 años crecieron en un escenario muy diferente al actual: menos pantallas, menos inmediatez y un ritmo de vida más pausado. Desde la psicología del desarrollo y la medicina del estrés, este punto resulta central. La ausencia de estimulación constante favorece la maduración de los sistemas de autorregulación emocional, permitiendo una mejor gestión de la espera, del aburrimiento y de la frustración.
Con el paso del tiempo, estas personas tienden a apoyarse más en la experiencia acumulada que en la reacción inmediata. Esto se traduce en una mayor capacidad para reflexionar antes de actuar, relativizar los problemas cotidianos y priorizar aquello que verdaderamente importa.
El bienestar emocional como resultado de la experiencia
Distintos estudios científicos coinciden en que el tramo etario que va aproximadamente de los 60 a los 70 años suele corresponder a uno de los momentos de mayor bienestar emocional y competencia social. No porque desaparezcan los conflictos o las pérdidas, sino porque existe una mayor capacidad para afrontarlos sin quedar capturados por la urgencia emocional.
Desde la clínica, observamos que esta etapa vital suele estar marcada por una reducción de la autoexigencia, una mejor delimitación de los vínculos y una relación más amable con el tiempo. Aspectos que hoy se ven tensionados en generaciones criadas bajo la lógica de la inmediatez y la estimulación permanente.
Un aprendizaje para todas las generaciones
Este fenómeno no invita a idealizar el pasado ni a descalificar el presente, sino a reflexionar sobre el impacto que el ritmo de vida y la sobrecarga de estímulos tienen en la salud mental. La evidencia sugiere que la pausa, el silencio y el aburrimiento no son déficits, sino condiciones necesarias para el desarrollo emocional.
En tiempos donde el estrés y la ansiedad ocupan un lugar central en la agenda de la salud pública, comprender estas diferencias generacionales puede ayudarnos a construir entornos más saludables, especialmente para niños, adolescentes y adultos jóvenes.
El bienestar emocional no depende solo de la edad, sino de cómo aprendemos —a lo largo de la vida— a relacionarnos con el tiempo, con los estímulos y con nosotros mismos.
Bibliografía
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• Organización Mundial de la Salud. (2023). Depression and other common mental disorders: global health estimates. OMS.
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• Genbeta. (2024). Diferencias generacionales en habilidades emocionales y cognitivas. Análisis psicológico y tecnológico.