Cuando las fiestas no siempre se viven con alegría
Las fiestas de fin de año suelen asociarse socialmente con celebración, encuentros y balances positivos. Sin embargo, para una parte significativa de la población, este período puede convertirse en un momento de mayor vulnerabilidad emocional. La evidencia científica y los datos internacionales confirman que no todas las personas viven Navidad y Año Nuevo desde el disfrute; para muchas, estas fechas amplifican el malestar psíquico.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que más de 332 millones de personas en el mundo conviven con depresión, una de las principales causas de discapacidad a nivel global. En este contexto, los períodos de alta carga emocional —como las fiestas— pueden potenciar síntomas en personas que ya presentan fragilidad emocional, duelos recientes, soledad, estrés crónico o antecedentes de trastornos del ánimo.
Fiestas, expectativas y malestar silencioso
Desde la clínica del estrés observamos con frecuencia que las fiestas funcionan como un "amplificador emocional". Las expectativas sociales de felicidad, unión familiar y balance positivo chocan, muchas veces, con realidades personales atravesadas por pérdidas, conflictos, cansancio acumulado o sensación de vacío.
La OMS advierte que estos momentos pueden intensificar síntomas como tristeza persistente, irritabilidad, alteraciones del sueño, ansiedad y sensación de desconexión. No se trata de "falta de gratitud" ni de debilidad emocional, sino de una respuesta humana ante contextos de sobrecarga afectiva.
La salud mental como prioridad global
En paralelo, el bienestar mental se consolida como una preocupación central a nivel mundial. Según datos recientes, el 45 % de las personas en 31 países identifica la salud mental como su principal preocupación, por encima incluso de otros problemas de salud física. Este dato refleja un cambio cultural significativo: cada vez más personas reconocen el impacto del estrés, la ansiedad y la depresión en su calidad de vida.
Este reconocimiento, sin embargo, convive con una gran dificultad para pedir ayuda. Aún persisten estigmas que llevan a minimizar el sufrimiento emocional, especialmente en fechas "donde se supone que hay que estar bien".
Escuchar lo que el cuerpo y la mente expresan
Desde una mirada médica integral, es fundamental comprender que el malestar emocional no es un fallo individual, sino una señal. El cuerpo y la mente expresan lo que muchas veces no se logra poner en palabras. Ignorar estas señales, especialmente en períodos de exigencia social elevada, puede profundizar el desgaste psicoemocional.
Cuidar la salud mental en fin de año implica habilitar espacios de descanso real, reducir la autoexigencia, respetar los propios ritmos y, cuando es necesario, buscar acompañamiento profesional. No todas las personas necesitan celebrar de la misma manera, ni atravesar estas fechas con la misma intensidad emocional.
Un cierre de año más humano
Hablar de salud mental en Navidad y Año Nuevo no es "arruinar las fiestas", sino humanizarlas. Reconocer que no todos llegan a diciembre de la misma forma es un acto de cuidado colectivo.
La evidencia es clara: la salud mental es hoy una prioridad global. Escuchar, acompañar y validar el malestar emocional —propio y ajeno— es parte de construir sociedades más sanas, empáticas y sostenibles, también en los momentos que culturalmente se asocian solo con alegría.
Bibliografía
• Organización Mundial de la Salud. (2023). Depression and other common mental disorders: global health estimates. OMS.
• Organización Mundial de la Salud. (2022). Mental health at work. OMS.
• World Health Organization. (2023). Stress, anxiety and depression in high emotional demand periods.
• Maté, G. (2022). El mito de lo normal. Barcelona: Editorial Planeta.