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En el marco de un escenario mundial que cambia de forma acelerada, el gobierno y los actores económicos y políticos de Uruguay ajustan sus miras y tratan de despejar incógnitas sobre el marco de relaciones comerciales del país y de los tratados en proceso o posibles, bilaterales o con el Mercosur, donde aparecen China, la Unión Europea, Estados Unidos, Medio Oriente y el área Pacífico, entre otros.
“Uruguay seguirá tratando de abrirse al mundo”, afirmó el presidente Luis Lacalle Pou en la noche del 27 de marzo, tras confirmarse la ratificación de todo el articulado de la Ley de Urgente Consideración en el referéndum que la sometió a consulta ciudadana.
La invasión de Rusia a Ucrania, y su disputa de poder con la Organización del Tratado del Atlántico Norte, que incluye a los países más poderosos de Europa y a Estados Unidos, mueven el tablero internacional y una de sus consecuencias es el cambio y pérdida de certezas en las relaciones comerciales.
En ese proceso, las potencias y bloques occidentales comienzan a observar con más detenimiento sus vínculos con Estados y regiones amigas, y a prever en qué áreas sus circunstanciales enemigos pueden dañar sus intereses económicos e interferir incluso en sus suministros básicos, como alimentos y energía.
Así es que las miradas de la Unión Europea (UE) y de Estados Unidos ponen foco en América del Sur, sobre la que Rusia ha mostrado un interés concreto a la hora de acrecentar sus vínculos comerciales y a la que considera zona prioritaria, región donde además crecen las inversiones de China, el gran tercero en disputa en la pulseada bélica, pese a que hasta ahora se ha mostrado al margen.
Se han sucedido cambios impensables hasta hacía pocas semanas, como el acercamiento de Estados Unidos a Irán, o la reanudación de su diálogo con Venezuela, ambos países caracterizados por contar con grandes reservas de petróleo.
La UE podría, del mismo modo, reflotar el acuerdo firmado en el 2019 con el Mercosur y, según varias agencias internacionales, sus autoridades intentan apurar las ratificaciones parlamentarias necesarias para su puesta en marcha, mientras que Estados Unidos comienza a prestarles más atención a sus vecinos más acá del río Bravo.
Un ejemplo de esto último puede ser la aceptación, después de mucho insistir, de la reunión que mantendrá el 12 de abril en Washington el canciller de Uruguay, Francisco Bustillo, con su par de Estados Unidos, Antony Blinken. Aunque los gobiernos demócratas, como el de Joe Biden, no son propicios a firmar acuerdos de libre comercio, como pretendería Uruguay, al menos se busca aprovechar la ocasión para mejorar las relaciones bilaterales y comerciales, en especial, afectadas por cierto acercamiento uruguayo a las políticas del expresidente Donald Trump, la visita de Bustillo a su canciller, Mike Pompeo, poco antes de las elecciones, y el apoyo al candidato de Washington para la presidencia del Banco Interamericano de Desarrollo, Mauricio Claver-Carone.
A ese panorama se agrega el viaje de Lacalle Pou, varios de sus ministros y una cincuentena de empresarios a Dubái, capital del principal de los siete Emiratos Árabes Unidos, donde entre el 20 y el 22 de marzo participaron del Día Nacional de Uruguay en la gran exposición internacional de esa ciudad, se entrevistaron con inversionistas y fueron recibidos por el príncipe heredero de Abu Dabi y comandante supremo adjunto de las Fuerzas Armadas emiratíes.
Seguridad alimentaria, cooperación en investigación, desarrollo e innovación en varios sectores fueron algunos de los asuntos tratados. “Quedó acordado un próximo encuentro a nivel técnico para discurrir sobre las posibilidades de la relación que se gestó entre los Emiratos y Uruguay”, informó Bustillo a su regreso.
Por China cómo andamos
Este mundo resbaladizo también da para especulaciones, como que el tratado de libre comercio que se propusieron negociar China y Uruguay se podría haber estancado por causa de la tensión en Europa oriental, pese a que cuando trascendió aún no habían comenzado los disparos.
Pero Lacalle Pou desechó de plano la cuestión, que había sido planteada a comienzos de marzo por el semanario Búsqueda, y fue más enfático al decir que no había ningún estancamiento en las tratativas iniciadas en setiembre tras la carta enviada por Pekín a Montevideo.
Las dudas se esparcieron a raíz de que no se ha concretado el estudio de prefactibilidad conjunto, que ambas partes habían prometido tener listo para diciembre del año pasado, en el cual se identifiquen las potenciales ganancias y los eventuales sectores que se verían perjudicados con un acuerdo para liberar de aranceles a las importaciones y exportaciones que se pacten.
El 25 de febrero, al día siguiente de que las fuerzas rusas ingresaran en territorio de su vecino del oeste, el canciller Francisco Bustillo compareció ante la Comisión Permanente del Parlamento, reunida en régimen de Comisión General, donde afirmó que no había ningún estancamiento en las negociaciones sino-uruguayas y que, por el contrario, representantes de ambos países estaban trabajando intensamente y con “buenos intercambios”.
Convocado por iniciativa del senador Daniel Caggiani, del Frente Amplio, el funcionario explicó que “las consecuencias negativas de la pandemia de COVID-19 han impedido el acceso al territorio chino”, lo que ha generado que aún no se haya culminado el informe, pero aseguró que avanza, e informó que el último contacto con el Ministerio de Comercio de China (Mofcom) se había mantenido precisamente el día anterior a su comparecencia.
Siguiendo con su relato de lo hecho, el canciller aseguró que el Mofcom envió el 21 de enero “un documento a modo de ejemplo de una de las secciones principales del tratado de libre comercio bilateral, la que desarrollará los principios, las modalidades y los enfoques preferidos por las partes para negociar cada uno de los temas que abordará”.
Bustillo también mencionó que el equipo de negociación utilizó ese ejemplo como base para elaborar “un nuevo documento, que contiene una porción de redacción exclusiva de Uruguay y propuestas de redacción conjunta con la contraparte”.
“Este documento fue enviado el 9 de febrero a Beijing [Pekín] y, en respuesta inmediata, la parte china indicó que en el futuro cercano estarían remitiendo a Uruguay sus propios textos, a partir de los cuales se comenzaría a completar la redacción del estudio conjunto”, añadió.
Montevideo-Pekín en línea
Bustillo anunció a los legisladores que el día anterior la cancillería había solicitado a Pekín novedades sobre los informes, respuesta que llegó de inmediato y en la que se ratifica que los equipos chinos están redactando sus textos, los cuales serán compartidos con los negociadores uruguayos tan pronto como sea posible.
Ante una consulta, admitió que tuvo algunas dudas sobre la marcha de las negociaciones cuando verificó que en la página web del Mofcon no había ninguna referencia al acuerdo ni al proceso de elaboración del informe, como ocurría el año pasado, situación en la que había hecho hincapié Caggiani.
La inquietud fue despejada por el embajador de Pekín en Montevideo, Wang Gang, quien le explicó al canciller que se había cambiado la modalidad de parte del Mofcon y ya no hacía anuncios de inicios de negociación. A modo de ejemplo, dijo que tampoco había información de otros tratados, como el de Ecuador.
En rueda de prensa posterior a su presentación, el canciller sostuvo que los países no manejan plazos, aunque ve posible que el estudio de prefactibilidad culmine este año, y reconoció que el gobierno chino fue demasiado optimista en su momento, “aunque lo importante es que seguimos avanzando en pos de ese estudio de factibilidad para finalmente comenzar con las negociaciones concretas”.
China, con 1.400 millones de habitantes y responsable del 18 % del producto mundial, es el principal destino de las exportaciones uruguayas con alrededor del 32 % del total, seguido por Brasil, la Unión Europea, Estados Unidos, Argentina y México. Carne bovina, lácteos, soja, ganado en pie, madera y carne ovina y caprina son los principales productos.
Analistas insisten en que este es el mejor momento de las relaciones entre Uruguay y China para poder avanzar en la negociación de un tratado bilateral de comercio, intento que tiene como antecedente el firmado en el 2016 en Pekín por el entonces presidente Tabaré Vázquez y su par, Xi Jinping.
Bustillo trajo esa negociación a la memoria al indicar que el documento elaborado por Uruguay en aquel proceso frustrado sirvió como insumo para esta instancia, aunque precisó que el estudio actual se diferencia de aquel en que se hace en conjunto con China.
También explicó que Uruguay mantiene informado en tiempo real sobre los avances en el proceso de negociación a los gobiernos de Argentina, Brasil y Paraguay, los otros tres miembros plenos del Mercosur.
Empero, el canciller reiteró que, aunque la primera opción de Uruguay fue hacer tratativas con China en conjunto con los demás países del bloque regional, eso no ha sido posible hasta ahora porque ha sido “muy difícil conformar la voluntad de nuestros socios” en esta y en otras acciones de inserción internacional.
“Fuimos propositivos y proponentes desde un comienzo, pero lamentablemente no tuvimos eco y tomamos la decisión, en razón del derecho que nos asiste, de avanzar en las negociaciones bilaterales, sin por ello desconocer la importancia que tienen nuestros vecinos y nuestro anhelo de que en algún momento se incorporen”, añadió.
“Nadie puede negar que el Mercosur languidece y lamentablemente estamos cruzados de brazos, y eso es distinto a la postura de Uruguay, que aspira a mejorar intra Mercosur y en materia de inserción internacional”, sostuvo.
Esta postura fue corroborada el 27 de marzo por el presidente Lacalle Pou, quien dijo que Uruguay seguirá tratando de abrirse al mundo, y ello implica flexibilizar el bloque, que “muchas veces es demasiado proteccionista”. Argentina, Brasil y Paraguay se niegan a modificar el artículo 32 del Tratado de Asunción, que obliga a los cuatros miembros a negociar en conjunto cualquier acuerdo extraterritorial.
Tampoco se ponen de acuerdo en el Mercosur para progresar en conjunto en acuerdos más avanzados, como es el firmado con la Unión Europea —que, según analistas, está trancado por cláusulas ambientales, compras gubernamentales y otros requerimientos de una y otra parte—, así como en las negociaciones con Canadá y Corea del Sur, entre otras.
Insatisfacción e inquietudes
“Lo más asombroso de todo, y que nos generó mucha preocupación, es que en realidad no hay una fecha para presentar el estudio de prefactibilidad, que es nada más ni nada menos que la parte más sencilla en todo este proceso” entre China y Uruguay, valoró el senador Caggiani tras la comparecencia de Bustillo.
Cuestionó la falta de información brindada por el gobierno acerca de las negociaciones, y llamó la atención sobre los escasos informes que ha divulgado oficialmente China sobre el tema, “que contrasta con el ampuloso anuncio del gobierno uruguayo, así como con la información que los canales oficiales chinos ofrecen sobre las negociaciones con otros países, como es el caso del acuerdo con Ecuador”.
Caggiani entiende que el estudio de prefactibilidad se retrasó de manera importante y remarcó que las partes “no han mantenido ni siquiera una reunión por Zoom”, según nota publicada en La Diaria.
En el mismo sentido se había pronunciado antes de esta reunión parlamentaria la Cámara de Industrias del Uruguay (CIU), que está a favor de este posible acuerdo, al plantear su preocupación por la falta de novedades sobre las negociaciones e, incluso, sobre el estudio presentado por esa entidad al gobierno.
El director de la Comisión de Comercio Exterior de la CIU, Washington Durán, dijo a ese mismo diario el 12 de febrero que “la preocupación es justamente la falta de noticias”.
“Desde la Cámara hemos hecho todos los aportes y la pelota está en la cancillería, no hemos tenido mucho retorno al trabajo presentado, no nos han hecho consultas ni preguntas y no nos han dado algún detalle que pudiera generar dudas. Sabemos que el gobierno está trabajando en el tema, pero no tenemos más información que esa”, apuntó.
La referencia es al estudio que le entregó la CIU al gobierno a comienzos de diciembre, tras casi dos meses de trabajo con el asesoramiento del experto y exministro chileno Andrés Rebolledo, quien negoció en el 2005 por su país un tratado comercial con China.
Durán narró que allí se planteó una apertura gradual del mercado uruguayo, con un cronograma de desgravación arancelaria progresiva con un plazo de hasta 15 años en ciertos casos y con “un universo suficiente de excepciones”.
También el PIT-CNT ha elaborado estudios de impacto ante un futuro tratado de comercio con China y ha participado de varias reuniones de trabajo tras el anuncio oficial del gobierno sobre la intención de ambos países de intentar un comienzo de negociaciones.
“Desde hace tiempo hemos venido trabajando en el tema”, dijo a fines de febrero al diario La Mañana el secretario de Relaciones Internacionales de la central sindical, Jorge Bermúdez, quien recordó que formó parte de la delegación de trabajadores que acompañó a Vázquez en la última visita presidencial de Uruguay a China en el 2016.
Agregó que “entre diciembre y comienzos de año se concurrió a varias reuniones, algunas en cancillería y otras actividades organizadas por la Facultad de Ciencias Económicas, que tiene un equipo de trabajo sobre las expectativas, las posibilidades, las ganancias y las pérdidas” de un posible acuerdo bilateral.
El PIT-CNT advirtió desde un comienzo que si bien entienden que el acuerdo con China puede beneficiar a algunos sectores, también conlleva una afectación muy fuerte en el trabajo de los uruguayos de varias áreas, en especial de la industria, dado que quedarían en zona de riesgo entre 25.000 y 35.000 puestos laborales, según un estudio presentado en un seminario organizado por la Universidad de la República y la fundación alemana Friedrich Ebert.
Al respecto de esas reuniones de trabajo y estudios presentados por las cámaras empresariales y el PIT-CNT, el canciller Bustillo fue contundente en el Parlamento al decir que “no habrá devolución mientras se avanza en el estudio de prefactibilidad” y tampoco nuevos encuentros.
“Si hay un vicio que tenemos los uruguayos, desde siempre, es el estado de permanente asamblea […]. Acá queremos ir dando pasos firmes y rápidos para culminar el estudio”, complementó.